HISTORIAS. Hoy, Guillermo Cantoni: un enamorado de la vida

Cumplió 60 años el 26 de agosto y dice que no se va a jubilar nunca. Porque estar en la peluquería es algo que lo apasiona, desde que tenía 12 años, y que allí es feliz porque habla con los clientes, los escucha, aprende y luego vuelca esa experiencia de vida en sus otras actividades: el campo, la recreación (pesca, fútbol, etc.) y la familia.

Guillermo Cantoni para mucha gente es olavarriense, pero en realidad nació en 9 de Julio y después de cumplir el servicio militar (estuvo a punto de ir a Malvinas, historia que también cuenta) se vino para esta ciudad y aquí formó su familia e hizo su vida. Una vida intensa, con muchas actividades, que no piensa abandonar jamás. Y él la cuenta así:

¿Cuándo y por qué llegaste a Olavarría desde 9 de Julio?

Llegué a Olavarría en el año ´81 porque aquí tenía familiares. Yo me considero olavarriense porque venía a esta ciudad desde los cuatro años, ni siquiera estaba la terminal de ómnibus porque el colectivo paraba frente al hotel Colón, en la plaza. Tenía a una hermana de mi mamá, así que desde el 65/66 que venía. Soy olavarriense por adopción, ya que de chico ya iba al Club de Niños de Racing, jugaba los baby fútbol que organizaba Vicente Martín, he jugado en Ferro Carril Sud con (Adolfo) Gamondi, también en los baby de Loma Negra. Siempre vinculado al deporte, que me gustó siempre, y Olavarría es una ciudad que siempre me gustó. Después, cuando comencé el secundario, ya no podía venir tan seguido y sólo estaba acá en las vacaciones.

¿Y con la peluquería en qué momento te relacionás?

A los 12 años empecé a aprender peluquería. Hice todo el secundario de mañana en la Escuela de Comercio de 9 de Julio y de tarde iba a trabajar a la peluquería de un amigo, un amigo de la familia, un italiano que aún vive y suelo visitarlo, aunque ya está jubilado. Un querido gringo que había venido de Castronuovo di Sant´Andrea y era de familia de peluqueros, y él fue quien me enseñó el oficio. Después, en el ´81 me tocó el servicio militar y tuve que ir a Junín y al terminar no sé por qué se me ocurrió venir para Olavarría, creo que son cosas del destino. Vinimos en febrero y recuerdo que nos costó conseguir local porque en esa época había mucha actividad económica…

¿Cuando decís vinimos, por quién lo decís?

Vinimos con mi hermano (Raúl) que estuvo algunos años conmigo en la peluquería y después se dedicó a otras actividades. Trabajó en el Banco de Olavarría, puso la confitería Scratch que todos deben recordar y ahora está con su emprendimiento de Sportia que es fábrica de indumentaria deportiva y gráfica. El 27 de marzo de 1981 arrancamos con la peluquería en un local que está enfrente de donde estoy ahora, en Moreno al 2500. Allí fueron 21 años y llevo 20 en este nuevo local, es decir 41 años cortando el pelo a los clientes. Alquilé veinte años y después pude comprarme mi local, que es donde estoy actualmente. Tuve una interrupción en el año ´82 por la guerra de las Malvinas. Me llegó una carta y tuve que presentarme, participé del conflicto sin haber ido a las islas, así que la peluquería estuvo cerrada dos años.

¿Cómo fue ese momento en el conflicto de Malvinas, que te tocó hacer?

Es que yo había salido de la colimba como soldado destacado y pasé a ser suboficial de reserva y al iniciarse el conflicto me convocaron para ir al Grupo de Artillería 101 de Junín. Tuve la suerte de que no me pasó nada aunque fue un momento muy doloroso del que no es muy agradable hablar, y en estos días en que llegó la conmemoración de las Malvinas vienen esos recuerdos. Sobre todo porque algunos soldados no volvieron y yo estaba en el regimiento cuando regresaron del conflicto. Nosotros nos íbamos a Río Gallegos con el Grupo de Artillería 23, que era el nuestro, el 16 de junio y dos días antes se terminó la guerra por lo que de cierta forma se podría decir que nos salvamos. Fueron momentos dolorosos que nos traen recuerdos que es mejor no tener. Volví a la ciudad, a Olavarría, y retomé la actividad normalmente hasta el día de hoy, que he tenido la suerte de tener salud y estar trabajando.

¿Acá formaste tu familia?

Sí, sí. Tengo mi familia, cuatro hijos, tres más grandes y un más chico: Agustín (32 y es técnico en mantenimiento industrial), María Maitén (30 años y es psicóloga, trabaja en Cementos Avellaneda y tiene consultorio particular), Mariana (26, es trabajadora social) y Felipe (14, está estudiando el secundario). Y tengo un nieto, Benjamín, de casi dos años (tiene 22 meses).

¿Con la peluquería como actividad laboral exclusiva, pero sabemos que también hacés otras cosas…?

Sí, es cierto. Estoy muy relacionado con el campo. Mi otra pasión es el campo. Alquilo 760 hectáreas de campo en la zona de Santa Luisa y debe hacer 25/30 años que me dedico también a las vacas, con la hacienda de cría. No hago ciclo completo, sino que vendemos los terneros al destete y guardamos algunas terneras para madres, y como eso me apasiona mucho le dedico los lunes –que no trabajo en la peluquería- y por lo general los jueves, pero voy dos o tres veces por semana al campo porque me gusta participar de los trabajos. Todo lo que tengo ahora es de origen nuestro; compro toros y las madres las guardo. Tengo dos rodeos: Aberdeen Angus colorado y Polled Hereford. Me gusta la hacienda Hereford por su mansedumbre pero hay que reconocer que el Angus colorado es un imán, porque cuando la gente lo ve prefiere esa hacienda, quizá porque puede ser una especie de moda, es agradable a los ojos y probablemente esté sobreestimada, aunque es una opinión muy personal. En Olavarría hay una hacienda espectacular. Y dentro de lo que hago, he tenido el honor de hacer un curso que se hizo en Loma Negra: fueron 20 clases dictadas por profesionales en todo lo relacionado con el campo en cuanto a sanidad, pastoreo, comercialización, clases de parasitosis, y me eligieron para dar una charla para hablar sobre cómo manejaba mi actividad, en un contexto en el que no se puede guitarrear porque toda la gente que participa sabe del tema, e inclusive recibí una diplomatura de la provincia.

¿Regresando a la peluquería, en estos cuarenta años qué fue cambiando en cuanto a los estilos de corte, costumbres de la gente, etc.?

En la peluquería no cambia demasiado. Quizá cambian los nombres, porque en una época eran atelieres, coiffeur, ahora se les llama barbería, pero es como la moda de la ropa, todo vuelve. Yo veo que los chicos se cortan el pelo rapado y hace 50 años era lo que se usaba, por lo que lo único que cambia son los nombres: un sombreado, un degradé, y antes era la americana, la media americana, la romana. Las modas van pasando con los años y no hay nada nuevo. A mí me tocó aprender peluquería en la época del pelo largo, pero cuando se usaba muy largo, en el tiempo en que se cortaba a navaja. Y hoy un chico no sabe cortar a navaja. Me tocó la época de las permanentes y de los planchados: era planchado o el pelo con rulos. Las modas se repiten y no hay demasiado para inventar.

¿Te fuiste adaptando a todas esas modas?

Sí, claro. Cuando uno conoce las técnicas, no hay problemas. Antes íbamos a cursos, participábamos en torneos, había que ir a Buenos Aires, y hoy día buscás por Internet y mirando se aprende a hacer lo que uno quiera en realidad. En definitiva, no ha cambiado mucho en ese aspecto aunque ha progresado mucho en las herramientas que son de muchísima calidad, aunque ahora cuesta conseguir las cosas importadas. Yo me puedo considerar uno de los peluqueros más viejos de Olavarría, porque ya son muchos años.

¿Le cortás el pelo a hombres y mujeres?

No, no. Yo trabajo únicamente con hombres porque me gusta trabajar solo, y cuando se atiende a mujeres el trabajo ya se hace más complejo porque hay que entrar en el rubro de las tinturas, en el rubro del planchado, y yo tengo mucho trabajo, no tendría tiempo y creo que no estoy en edad de cambiar porque estoy muy cómodo trabajando así. A la peluquería vienen clientes de distintas edades: los abuelos con los nietos o con los hijos, y he tenido ejemplos de cuatro generaciones que vienen a cortarse el pelo. Cuento una siempre: comenzó viniendo Tucho Alfieri, que lo perdimos el año pasado, y además de cortarle a él también le corté a su papá, al hijo y a los nietos. Creo que se van pasando los años y vienen las generaciones siguientes.

¿Después que te jubiles te vas a dedicar al campo?

No, no, porque no pienso jubilarme. Yo estoy feliz en la peluquería, me gusta ir al campo, pero mi lugar es la peluquería. Lo que se aprende acá, cortando el pelo, se aprender en muy pocos lugares. Porque el cliente termina teniendo confianza con uno, y yo aprendo a escuchar. Se puede hablar de cualquier cosa, desde política hasta deportes, y es el lugar ideal para aprender. Por eso no tengo pensado jubilarme, por lo menos mientras me dé el físico porque es un lugar donde me siento muy feliz.

LAS OTRAS ACTIVIDADES DE GUILLERMO CANTONI, CON ORIGEN EN SU MAMA

“Mi papá (Raúl, fallecido) y mi mamá (Susana Oldani) eran de 9 de Julio. Mi papá era camionero y mi mamá ama de casa. Le tengo que agradecer a mi mamá que me gusta participar de muchas cosas. Soy miembro de la biblioteca Collinet, estoy en Rotary desde 2006, me gusta participar de organizaciones y gracias a ella, que era una enfervorizada de la lectura y de la educación, recibí eso también. Ella a los diez o doce años me hizo ir a dibujo, y a los cinco años me recibí de profesor. En esa época se hacía dactilografía, y soy profesor de dactilografía. Y había que terminar la secundaria, obviamente, pero me inculcó la lectura y es el día de hoy que yo tengo que tener un libro a mano en la mesa de luz que leo siempre. Por política no tengo televisor en la pieza, así puedo leer, y son cosas que me han ayudado mucho. Al estar en contacto con gente muy formada me ha ayudado, y la lectura es uno de mis hobbies preferidos”, contó Guille.

“También tuve con amigos y socios la primera agencia de remís en Olavarría. Sol Remís se llamaba. En ese momento había remís solamente en Paraná y en Tandil. Fue en el ´93, con una oficina en Moreno al 2500. Eramos cuatro socios: Daniel Mazzoleni, Néstor Amundaraín, Eduardo “Pato” Puglisi (mi gran amigo de hace 40 años) y yo. El emprendimiento duró unos cuantos años. Y en el año 2007 pusimos una empresa de remolques: compramos un camión para hacer asistencia en ruta” agregó respecto de otras actividades laborales paralelas a la peluquería.

“Con la pesca deportiva he recorrido varios lugares del país, tanto al norte como a los lagos del sur que son mis preferidos. En abril o en noviembre voy con mis compañeros de la secundaria a los lagos del sur, generalmente en noviembre. Con la promoción ´79 nos juntamos hasta tres veces por año. Hacemos pesca con mosca –que lo hago desde el ´93-, y también hemos ido a Corrientes, y hacemos pesca del pejerrey en toda la provincia. La caza deportiva, que no tiene buena prensa, es algo que también me gusta, como tirar al vuelo por ejemplo”, contó.

“Desde los 34 años juego al fútbol de veteranos y en 26 campeonatos no falté nunca; salgo a correr, hago un poco de bicicleta, un poco de gimnasio, también me gusta la pesca. El día no me alcanza y estoy muy feliz con todo lo que puedo hacer. En realidad, soy un enamorado de la vida, porque todas las actividades que realiza, sean laborales, culturales o recreativas, me generan felicidad” terminó diciendo respecto de su amplia, variada e intensa vida laboral y social.