Umbanda en Olavarría: un templo abierto y el fin de los mitos

La religión Umbanda no es reciente en nuestra ciudad y crece cada año. Uno de los templos olavarrienses abrió sus puertas a Primera Info para contar de qué se trata en realidad su fe, mostrar sus ceremonias y romper con los prejuicios asociados a su práctica. Entrevistas, fotos y videos.

Comunidad 28/08/2022 Primera Info
Umbanda
Umbanda

por Mercedes Fariña / @MerPato

El sábado es el día elegido para realizar una ceremonia Umbanda en Olavarría. El día anterior llegaron de Capital Federal el pai Hugo y la mai Alicia, los guías o líderes espirituales que acompañarán el rito en este templo.

Además de nominar a la religión, el nombre “Umbanda” también es el de una de las “líneas” o corrientes que se practican dentro de la misma, con sus propias canciones y entidades que bajan a este plano a incorporarse a los cuerpos de quienes están bautizados, también llamados “hijos”.

La casa espiritual (o templo) es una vivienda que, cuando es requerido, se prepara para recibir a los hijos y llevar adelante las diferentes ceremonias. El espacio es rectangular y en uno de los extremos, el altar, con las ofrendas de comida para las entidades que pronto darán el presente. Antes de comenzar uno de los hijos me explica que una vez finalizada la ceremonia todos los asistentes compartirán los alimentos. Como una familia que se reúne para el convite.

Umbanda

Pero vamos por partes, entienda el lector que la cronista tuvo las mismas dudas que usted, lo que implicó varias entrevistas e invitaciones a presenciar ceremonias. Ese mismo sábado los hijos de Umbanda terminaban de prepararse, todos con ropa blanca, varios con remeras detallando su apodo y su “santo de cabeza”, uno de los Orixás o santos que los protegen y guían desde el día de su bautismo. Mientras tanto, el pai Hugo, la mai Alicia y el pai Jonathan de Ossanha procuraban responder a todas mis preguntas. 

Umbanda

Pasando en limpio y para romper con uno de los tantos mitos alrededor de esta religión, durante la ceremonia y al ritmo de los tambores que tocan canciones (“pontos”) para invocar a las entidades, éstas bajan a la tierra y entran al cuerpo de los umbandistas. ¿La finalidad? Es recíproca. La entidad busca luz y “clareza” y a su vez se lleva las energías negativas que la persona que la incorpora -denominada “médium”- pueda tener dentro de sí.

Umbanda

Los médium prestan su cuerpo a estos espírutus: los caboclos o indios, las crianzas (niños), los pretos velhos (ancianos), los africanos. Sin embargo, no ceden sus mentes, el médium nunca pierde la conciencia y puede ver y percibir todo lo que la entidad hace cuando toma prestado su cuerpo en cada sesión. Para cada hijo baja siempre la misma entidad y la conexión se desarrolla hasta el punto en que el acompañamiento de los espíritus es cotidiano e incluso los bautizados manifestaron haberlos visto rondando sus hogares o sus sueños.

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Antes de comenzar la ceremonia y ubicar a las personas no bautizadas en un extremo del salón, incluyéndome, me explican que para todo el rito se formarán en círculo, que hace las veces de barrera protectora contra las malas energías y entes negativos que quieren acercarse a la luz. También me advierten que no apoye la espalda contra la pared ni cruce los pies, para no llevarme conmigo “lo negativo”.

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Los 13 presentes, incluyendo a la mai, se forman y comienzan a sonar los tambores y las campanas que llaman a los espíritus. Primero pasa un ayudante (“cambón”) quemando hierbas a modo de limpieza. Quizás una de las partes más impresionantes son los giros. Los hijos de la religión se convierten en trompos humanos en el centro de la ronda y danzan en círculos para entrar en el trance, buscando la conexión con sus entidades guías.

Llegan los Caboclos, que indican su presencia a través de los dedos de los médium, que forman el número tres. Las chicas que están conmigo fuera del círculo me explican los detalles y me anticipan la llegada de las Crianzas -las entidades infantiles- una vez retirados los caboclos.

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Suena una nueva canción y ante mi asombro los médium caen al piso uno por uno y comienzan a chuparse el dedo y a gatear o arrastrarse. Son 13 los adultos que ahora han dado paso a la presencia de bebés que juegan entre sí, se pelean, me piden que les pele sus caramelos. El cambón les facilita chupetes, mamaderas y juguetes y el templo luce como una inusual guardería. 

Umbanda

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Tras unos minutos de juego, las crianzas se retiran y llega el turno de los pretos velhos, o ancianos. Uno tras otro los médium se encorvan y el cambón les entrega sus bastones, sus vasitos con licor y sus cigarrillos. Con el pequeño bastón y hojas de ruda limpiarán energéticamente a quienes así lo deseen. Uno de los pretos me llama al círculo y me limpia con una ramita de ruda que luego me regala antes de dejar este plano.

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Hay quien diría que existe un componente de sugestión en la práctica de la incorporación de entidades en el cuerpo. Los umbandistas afirman que es necesario sentirlo para terminar de confirmarlo y creerlo. La fe puede ser una convergencia de ambas posturas, lo cierto es que la escena que les describo, para los 13 hijos de religión presentes, es orgánica y muy real.

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Una semana después, una nueva ceremonia, esta vez de la línea de Kimbanda. Asistió gente de otro templo (son varios los que existen a puertas abiertas o cerradas en Olavarría) y también mucho más “público” no bautizado. Incluso en nuestro sector me rodean niños y bebés. Ese sábado serán otros ancestros espirituales, más terrenales y que trabajan con “energías más densas”, los que bajarán a los cuerpos de los médium: Exú, Pomba Gira y Ciganos.

Kimbanda

Esta vez el altar con alimentos es más opulento y se suman bebidas alcohólicas que consumirán las entidades. “Son espíritus de personas que existieron y gustaban de usar joyas, perfume, cierta vestimenta”, cuenta el pai Jonathan. Todos van descalzos y sus trajes son acorde a “lo que la entidad te va diciendo que quiere para vestirse, según lo que se usaba en la época en que vivió”. 

Kimbanda

Las canciones, siempre al ritmo del tambor, en esta ocasión tienen letra y todos cantan mientras un pai y una mai dan inicio a sus incorporaciones. Luego les llegará el turno a los hijos y entre ponto y ponto, los asistentes bailarán y prestarán sus cuerpos a las entidades durante tres horas ininterrumpidas.

Todos hablan en portugués y por momentos interactúan con los no bautizados que les hacen peticiones o agradecimientos. Una cigana (gitana) me pregunta si estoy a gusto, me ofrece vino de su copa y se dirige a la próxima persona para brindar un consejo. Pasada la medianoche las entidades se retiran y nuevamente se comparte la mesa entre todos.

Kimbanda

"Umbanda es caridad, humildad y fe"

“Umbanda es caridad”, repitieron en el templo como un mantra y el pai y la mai hicieron hincapié en echar luz sobre los mitos, tan respaldados por los medios de comunicación, como es el sacrificio de animales para los rituales o “trabajos” para ayudar a las personas.

“Matamos animales y usamos la sangre en el cuerpo para agarrar energía, como trabajamos con mucha gente sacamos lo negativo y hacemos una limpieza cada tanto, yo la hago cada 5 años”, detalla el pai. Una vez finalizada la práctica, el animal se come, no se desperdicia. ¿Cuál es el pago por estos trabajos?, “un regalo para la entidad, lo que salga del corazón”.

Desde este templo desprecian el “lucro”, consideran que la práctica de cobrar por la ayuda espiritual ha dejado mal vista a la religión, que debe basarse expresamente en la en la caridad. Como deberían ser todas las religiones, claro está.

Kimbanda

Días después Jonathan, que no se considera pai, me contaría que tras años de estudios y aprendizaje busca mostrar con esta entrevista y abriendo las puertas del templo que encabeza “cómo es la Umbanda realmente”. “Hay un camino correcto, haciendo las cosas bien, no lucrando, ayudando a las personas, no tenemos nada que ver con cultos de magia u oscuridad, nosotros trabajamos con luz”, sostiene, para que “la religión no se desvirtúe ni se pierda”.

Él mismo es un ejemplo de “sentir para creer”, ya que le tomó dos años incorporar entidades y sentir el “fluido” de las mismas en su propio cuerpo. Todo inició un tiempo antes de asistir a su primera umbanda, cuando toda su familia comenzó a ver en su casa siluetas oscuras, sombras que acechaban y molestaban a los más pequeños, y todo parecía salir mal. Según pudieron saber luego, todo fue producto de un "trabajo" de magia negra.

Durante su tiempo de búsqueda de respuestas y una solución al malestar de su familia, se convencía de que tenía fe, pero también parecía necesitar evidencia de los preceptos de la religión en la que tanto quería creer. Necesitaba llegar a la incorporación de un espíritu. Cuando finalmente llegó la sensación esperada, sintió miedo porque sentía que flotaba y “la entidad me soltó, el espíritu espera que vos abras tu mediumnidad para que pueda entrar, sino no entra”.

Kimbanda

En una ronda de mates, sin ropajes blancos esta vez, otros integrantes del templo me cuentan cómo llegaron a la religión. Charly tiene 44 años y batalló contra adicciones y depresión. Proveniente de otro templo, fue nuevamente bautizado y siente que encontró paz y bienestar, pero destaca que “es importante poner voluntad y mucho de uno mismo, las entidades te ayudan a limpiarte y levantarte, pero el otro 50% lo ponés vos”, afirma.

Junto a Braian, su marido, hacen hincapié en que la Umbanda además es abierta a la diversidad: “Esta religión no te dice que tu forma de ser está mal, o que nosotros no nos podemos casar, te acepta tal cual sos”. Por otro lado, no hay tapujos o estigma para hablar de salud mental: “yo estaba deprimida, la umbanda me levantó”, cuenta Yesica, cuyos hijos y marido también participan de las actividades del templo.

Agostina, una de las más jóvenes con sus 20 años y poco más de 12 meses de bautizada, cuenta otra perspectiva. Iniciarse en la Umbanda provocó discusiones con su familia, que finalmente acordó aceptar sus creencias, pero no compartirlas. “Mucha gente se alejó de mí por esto, pero por desconocimiento y prejuicio”, cuenta.

Kimbanda

Se puede afirmar que los mitos y prejuicios alrededor de la Umbanda sostienen la criminalización y discriminación hacia los cultos africanistas y una vulneración al derecho de practicar la fe elegida con libertad. 

La asociación de la Umbanda en el imaginario social a lo satánico, la brujería y las sectas, pone de manifiesto que esta religión está bajo un escrutinio y una estigmatización mayores a los de otras religiones como la Católica, a pesar de estar legitimada por el Estado. Aún hoy, con 400 templos inscriptos en el Registro Nacional de Cultos No Católicos, “Umbanda” remite a sacrificios, violencia e incluso distintos crímenes, actividades que van en contra de sus principios y valores.

Vale mencionar que a los cultos no católicos se les exige una veintena de requisitos que dificultan la obtención del aval estatal, profundizando las diferencias con otras religiones predominantes en Argentina.

Kimbanda

Por otro lado, muchos umbandistas también pertenecen a la Iglesia Católica y desarrollan su fe y espiritualidad y se identifican con ambos dogmas. No suena descabellado si tenemos en cuenta que la Umbanda, desde su nacimiento en 1908, se constituyó de manera ecléctica, tomando elementos de distintas corrientes, entre ellas la santería católica. 

“Cada uno puede desarrollar el culto como le parece, nosotros queremos mostrar cómo debe ser esta religión y las puertas están abiertas a cualquiera para conocer más o recibir ayuda o si el tambor los llama”, expresa Jonathan de Ossanha.

Los proyectos para su terreiro van más allá de sacar a la Umbanda del misterio: buscarán que haya un templo a puertas abiertas en Olavarría “para romper con el mito de esta religión que está tan mal vista”. Jonathan sueña a lo grande. Buscará registrarlo debidamente y además de recibir a todas las personas que deseen acercarse, desde el templo desarrollarán actividades para colaborar con instituciones, apuntado a la visibilización de una creencia compartida, basada en la caridad y sobre todo “a la apertura de cabezas en Olavarría”. Para esto último será cuestión de tener fe. 

Todas aquellas personas que deseen acercarse al templo podrán comunicarse con el pai Jonathan de Ossanha al 2284-236785.

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