Hace ya dos meses a Andrea Vazquez se le prendió fuego su casa en el barrio Trabajadores. En ese momento ella estaba viviendo en un espacio que la Dirección de Políticas de Género le había conseguido debido a que estaba atravesando una situación de violencia familiar.

Ella y sus hijos quedaron en la calle. Cuando la noticia fue de público conocimiento, intervino el Estado mediante la trabajadora social del barrio y desde la Dirección de Políticas de Género, (DPG), le comunicaron que le consiguieron otro lugar donde vivir ya que en el refugio no podía estar más y que su propiedad no se podía habitar producto del incendio.

El nuevo lugar asignado desde la DPG para que viva junto a sus hijos, era una piecita en un lugar muy precario. La sorpresa llegó cuando ella se da cuenta de que finalmente ese alquiler, que el Estado supuestamente le había “conseguido”, lo iba a tener que pagar ella.

Logró hacer frente a ese pago durante estos dos meses pidiendo prestado y poniendo lo poco que tiene, hasta hoy, que ya no pudo pagar más, quedando nuevamente en la calle ella y sus hijos.

Volvió a pedir desesperadamente a la trabajadora social una ayuda, quien le contestó, “no estamos dando ayuda con materiales ni alquileres y por ello no puedo ni hacer elevar tu pedido".

Por esto, es que se tuvo que volver a su casa, la que está quemada, sin techo, sin aberturas, con las paredes repletas de hollín, casi a la intemperie, insalubre e inhumano, Es el único espacio que tiene y tampoco quiere que su casa, o lo que queda de ella, siga sola y con el riesgo de usurpación que la llevaría a perder lo único con lo que cuentan ella y sus pequeños hijos.

La Mesa de Emergencia Olavarría propone recurrir a la solidaridad de la gente que quiera ayudarla, porque, según indican, este gobierno municipal no va a ofrecer soluciones. Según manifiestan, tampoco lo hizo con Marisol, (madre de Uma, una nena con cáncer que necesitaba urgente mejorar su condición habitacional a recomendación de los médicos), no lo hizo con Ema, otra mamá que hace más de dos meses también espera, y aún vive en condiciones que afectan negativamente su calidad de vida, y no lo está haciendo con otros varios casos más que la agrupación ha hecho y que son desconocidos para el público en general. No todos han tomado estado público, ya que siguen aferrados a la esperanza de que la ayuda municipal quizás les llegue.

Chapas, tirantes, aberturas, mano de obra, materiales de electricidad, todo es bienvenido para ir reconstruyéndole de a poco, una vivienda digna a Andrea. Tal vez entre todas y todos podemos darle nuestra mano.

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