Ayer, el presidente Milei se descolgó con otra de sus provocaciones. Dijo que no le importaba el Pacto de Mayo y que si querían confrontación, la tendrían, de lo cual nos podríamos preguntar si en verdad Milei pretende llegar a un pacto o continuar y profundizar la grieta y la pelea interminable en la que están sumergidos los argentinos.

El Presidente parece ser un dogmático de sus propias “verdades” e incurre en ese error metodológico y hasta ético, podría decirse, de ser fan de sí mismo.

El día anterior lo había insultado a Martín Lousteau por sus dichos sobre la necesidad de los repelentes y vacunas contra el dengue. Y no detiene sus participaciones, son controversiales de una virulencia indecible, transitando cada vez una grieta cada vez más profunda e insoluble.

El Presi es un binario más e incurre en un fanatismo propio de este siglo de creencias y pos-verdades. Y tiene su gran hinchada en la mayoría del periodismo que destaca “logros” incomprensibles. Por ejemplo, índices de inflación destacados como conquistas y fuertes cambios cuando son los mismos o muy parecidos a los que mostraba Sergio Massa en plena campaña electoral.

Al final, tanto remar para morir en la orilla. Es cierto que el problema viene del gobierno anterior, pero los aumentos en los alimentos, combustibles, transporte y ahora servicios fueron mayores y más de lo esperado a partir de enero.

Es que con el shock inflacionario que produjo el oficialismo en diciembre y enero, luego todo puede parecer un descenso. Algunos medios compran ese relato y la gente, al menos el 55% que lo votó, quiere creer que el rey está vestido, como en el cuento de Cervantes, cuando en realidad está completamente desnudo.

Lo mismo que Néstor o Cristina Kirchner, al Presidente le gusta desautorizar al periodismo crítico incluyéndolo en el grupo de los “ensobrados” y enviados por poderes sinárquicos o el delirio que fuere. El objetivo es deslegitimar la crítica, algo tan esencial de cualquier sistema democrático-republicano.

¿Alguien les va a decir que el monarca de Cervantes no está vestido y que se está viviendo en una ilusión tan grande como la del tigrense?. ¿Cuál es la diferencia para la gente?. Muy simple: que con el candidato de UxP se iba compensando más o menos las pérdidas y padecimientos que iban padeciendo los sectores más vulnerables. En cambio hoy se los deja a la buena o a la mala de Dios.

Massa y Milei, Milei y Massa, unidos por el Indec.

En fin, algo muy propio de ese liberalismo darwinista del siglo diecinueve que desembocó en la enorme crisis del ‘29 y del ’30, conocida como la Gran Depresión. No olvidemos las calamidades económicas y políticas que trajo consigo este fenómeno económico y político (miseria, hambre, desempleo, los fascismos italianos y alemanes y el stalinismo soviético).

Y, pese al odio que le profesa el Presidente, sin Keynes o el new deal de Roosvelt sería inimaginable las derivaciones que podríamos haber tenido en el mundo si no se aplicaban aquellas recetas, que dieron origen al modelo socialdemócrata y el Estado de Bienestar.

Cultos, no modelos políticos

Pero, Milei vino a profundizar esa faena liberal/darwinista que había quedado sin terminar en la década del ‘30. Todo es igual, nada es mejor, dice el tango. La Argentina sigue siendo binaria y cada vez más. Con este modelo cultural continúa la polarización y esa grieta que divide al país en dos porciones, una más fanática y cerrada que la otra.

El mileinismo es similar al kirchnerismo: con ambos es imposible dialogar y, salvo destacadas excepciones, la racionalidad queda como una intrusa al lado de estas creencias que funcionan casi como cultos religiosos, ultradogmáticos y fundamentalistas.

Frente a cualquiera de ellos, es imposible poder explicar una posición basada en la racionalidad, en la moderación. Es decir, sos blanco o sos negro pero nunca gris, y si no respondes a sus cánones, te ponen a la fuerza la etiqueta de cualquiera de los dos bandos fuertemente enfrentados.

En la Legislatura se quejan de los “libertarios k”.

Para estos cultos religiosos o ideologistas (hubo al menos tres durante el siglo XX en el país) no existía lugar para los críticos, ni externos ni internos, y quienes lo eran corrían de ser calificados de “traidores”. O era obediente o traidor, sin términos medios.

En la Edad Media, magistralmente representada por Carlo Guinzburg en su novela “El queso y los gusanos”, al molinero le resultó imposible explicar su concepción del origen del universo y de la vida conceptualizando su propia experiencia, y se lo terminó calificando de “hereje” por su heterodoxia. A no olvidar que a la herejía se la castigaba con la hoguera y así acabó Menocchio, el pobre molinero de ese siglo Dieciséis tan complicado por el dogmatismo y el fundamentalismo religioso.

Por lo tanto, de nada vale que -como dice Pablo Milanés- quieras ponerle “una cuota de razón” a cualquier debate y pretender encaminar la discusión a un ámbito de racionalidad y de buen sentido. De nada vale porque siempre alguien te calificará de “traidor” o te colocará la bandera del oponente.

O sos blanco o negro, pero nunca gris. Y este mecanismo perverso e ignorante está vigente en la Nación, en cada una de las provincias y en cada uno de los municipios. Nada escapa a ese formato insoportable para la razón.

Las creencias han reemplazado a los argumentos y de ese modo todo termina siendo lo mismo. Los antecesores le critican al Presidente actual haberle entregado el Atlántico sur argentino al polo judeo-norteamericano, pero Cristina ya le había entregado a los chinos una porción de soberanía en Neuquén. Todo es igual, nada es mejor..., y Discépolo sigue teniendo vigencia.

Libertarios k

En la Provincia, Juntos por el Cambio le atribuye a los libertarios K, así los califican a los senadores y diputados incluidos por Massa en sus listas, para que con él en el gobierno (optimista el tigrense) jugarían para su espacio como una especie de quintacolumnismo político.

El macrismo fundamentalmente los responsabiliza de los triunfos legislativos de Kicillof. Son unos verdaderos parias, ya que en LLA no los reconocen como propios y el oficialismo K tampoco, porque gracias a ellos se logró aumentar las patentes y el impuesto inmobiliario a valores absurdos, y todo quedó fuera de eje.

De esa manera, todos se fueron enganchando en el método Milei. Esto es, todo ajuste y sin compensaciones y con crueles aumentos de los alimentos y tarifazos a granel que terminan haciéndoles la vida imposible a los argentinos. El llamado Estado de Bienestar podrá ser fiscalmente costoso, pero es más humano que esto porque le hace la vida más soportable a la gente.

IOMA, una de las obras sociales quebradas económicamente.

Los subsidios no parecen ser los malos de la película argentina. Todo lo contrario. Lo malo es la corrupción que trajo aparejado ese sistema y sólo había que combatir la venalidad, pero no quitar los subsidios porque en el mundo nada funciona sin ellos.

Es un sistema que absurdamente es cuestionado hasta por los beneficiarios, pero no es otra cosa que redistribuir los ingresos de manera más o menos equitativa. Al menos parece mejor de lo que propone el liberalismo darwinista actual que ha consolidado y profundizado las cartelizaciones, sean las que se practican con las pre-pagas, los medicamentos o caramelos.

El resultado de este modelo sin subvenciones es el de un transporte costosísimo para los trabajadores, el de una educación pública que amenaza con retroceder a una etapa pre-sarmientina, un sistema de Salud cada vez más fragil frente al demencial incremento de los medicamentos y de las prestaciones, obras sociales, como IOMA, fundidas y sindicales quebradas, y carencia de vacunas para enfermedades tan antiguas como la injusticia.

Quienes pregonaban que venían para mejorar al país, solo están generando angustias, carencias y calamidades, y eso que todavía restan llegar las facturas de luz y gas a cada domicilio.

El desafío local

El gobierno local tuvo la oportunidad de diferenciarse pero cayó en la trampa de hacerse de unos pesos aprovechando el ajuste que bajaba desde Nación. Aumentaron las tasas, las patentes de los automotores y sin mejorar los servicios. Gobernar es mejorarle la vida a la gente, o aliviarle un poco sus padecimientos.

A Ezequiel Galli se le imputaba gobernar en base a un doble comando, pero a esta gestión -según Hilario Galli, ex secretario de Gobierno y hoy concejal-, “ahora hay triple comando”, tras lo cual le imputó estar continuando la campaña electoral en vez de hacer gestión. No parece malo compartir la conducción de un gobierno, siempre y cuando eso no genere confusión y parálisis.

Según Hilario Galli, en Olavarría hay un “triple comando” municipal.

De la Provincia no baja un peso para terminar obras iniciadas como el edificio judicial en Bolívar y 25 de Mayo, de lo cual se podría inferir que habría que se debe buscar recursos de otras fuentes pero no de los vecinos sino de quienes los tienen, caso las cementeras.

Los municipios van perdiendo progresivamente sus autonomías. La obediencia del gallismo a la Provincia nos dejó sin Matadero Municipal sin tener nada para reemplazarlo, y el wesnerismo, pese a contar con dos grandes cementeras y toda la minería posible, no decide continuar sus obras proyectadas en algún tiempo, incluida además la Casa de la Provincia o el edificio judicial.

¿Por qué no encarar un plan más o menos ambicioso de obras en base a un aumento del 1% en el impuesto a la piedra?. De ese modo, lo que las cementeras resignan en la tasa lo recuperan en consumo y se podrían generar nuevos empleos tan necesarios en la ciudad. Pero no, nada de eso se hace.

La recesión nacional castiga fuertemente a Olavarría, los comercios y la gastronomía languidecen progresivamente y el consumo local está hoy en sus niveles más bajos, similares a los de la gestión de García Blanco en los ochenta. Entonces por más que quieran mirar hacia otro lado, la salida está en la minería y en lo que aporta al Municipio a través del llamado impuesto a la piedra.

El poder de la decisión

Entonces, ¿por qué esperar tanto para hacer ese pequeño gesto de valor político que puede mejorar un poco la realidad y atenuar la angustia que genera el ajuste general?. La gran mayoría de las veces, la política depende del valor.

Sin él, los argentinos no habrían tenido las pymes destinadas a la sustitución de importaciones, los nuevos empleos y la clase media que devino de ellas de la cual Argentina se podía diferenciar y a la vez marcar diferencias con el dualismo latinoamericano de sociedades conformadas por un pequeño grupo de ricos dominantes y una enorme mayoría de pobres e indigentes. Pero existen quienes pretenden tranquilizar diciendo “está todo bajo control” sin aclarar de quién.

El radicalismo inauguró su local partidario en Olavarría.

El radicalismo reinaugura su local partidario luego del incendio de hace varios años, con un partido inexorablemente dividido (bah, como todos los demás) y dentro de una coalición a punto de implosionar, también como las otras que forman parte del régimen político nacional. Mientras, la paritaria municipal sigue abierta y el debate por las sumas fijas va para largo.