La Argentina transita un momento complicado con el coronavirus, porque después de 110 días de cuarentena ya acumula unos 100 mil casos y una economía devastada. Entonces ¿de qué sirvió tanto sacrificio social?. El ministro de Salud tuvo mucha lucidez para acomodar a sus socios privados, pero no para elaborar políticas preventivas de la pandemia combinando la salud con la economía.

En España, mis amigos catalanes me mandan WhatsApps desde la playa y ya se ha entrado en la nueva normalidad, mientras aquí el Presidente hace equilibrio entre la histeria de Kicillof y las ganas de abrir los grifos de Rodríguez Larreta.

Mis amigos no pueden creer todavía la versión de que un socialista como Rodríguez Zapatero sea uno de los referentes de uno de los grupos de inversión que en este momento negocian la deuda con la Argentina. “El socialismo ha pasado de la solidaridad internacional a la usura mundial”, bromean. Esa mutación ideológica también es observable en nuestro país, en donde comunistas y socialistas lo son de la boca para afuera pero en la práctica realizan más usura que las tarjetas de crédito.

Como dice un colega local, tanto remar para acabar en la orilla aludiendo a la inflexibilidad de la cuarentena para llegar igual a valores preocupantes y –además- con una economía que se cae a pedazos y un 50 por ciento de pobreza.

Lo mismo para el socialismo. “¿Para qué tanta lucha contra el franquismo si se termina haciendo lo mismo?”, se preguntan. Y con razón.

El socialismo local está dentro del Frente de Todos a través del Frente Grande, un espacio que supo ser muy importante bajo la dirección de Carlos “Chacho” Alvarez, hasta que huyó del poder para volver luego en busca de un sueldo político en alguna embajada.

El Frente de Todos se parece cada vez más a un puzzle de miles de piecitas que pueden encajar en cualquier otro rompecabezas. También Juntos para el Cambio va en ese camino.

Efectivamente, el radicalismo -con esa manía de dividirse- hoy tiene dos bloques unipersonales claramente diferenciados entre sí y con el macrismo.

Mientras tanto, el kirchnerismo engloba tres bloques más el eseverrismo en un plazo no tan prolongado. Y no se sabe si Alicia Almada continuará junto con Germán Aramburu, porque a la docente cada vez le gusta menos el manejo de los cristinos en el interbloque por su funcionamiento tan verticalista como un cuartel y dentro de una lógica castrense.

Más ruidos que ideas

Con la desmentida de Celeste Arouxet, el Intendente pasó del escarnio a la beatificación. Es que, como dicen muchos: “Celeste jamás dijo que había sufrido violencia de género de parte de Galli”, pero si es así entonces ¿por qué no salió ella rápidamente a detener la reacción de la oposición, que se pareció mucho más a una utilización política del caso que una defensa moral de la edil radical.

“Le dio de comer al kirchnerismo”, se quejaron algunos macristas después de leer la nota en el diario en la que Arouxet no sólo desmiente la supuesta violencia de género sino que además tira la toalla pidiéndole al Intendente que vuelva de la bronca y del desencuentro porque ella quería “seguir trabajando juntos”, con su espacio.

En el Concejo Deliberante no se sabe si por inoperancia o porque son demasiados, hay más ruidos que ideas. Los concejales se mueven más por chismeríos y versiones que por lo que legislan.

Aprovechando esta crisis, ¿no habrá llegado el momento de revisar el número de concejales y reducir las bancas a la mitad?.

Hoy se podría ahorrar un millón de pesos mensuales, doce anuales. Más un 50% de aportes y los cargos administrativos y políticos que se vinculan con las bancas. Algo parecido habría que hacer con todos los órganos legislativos provinciales y nacionales, para que el pueblo argentino ahorre la mitad del gasto político que hoy tiene.