En la Argentina y en la región centro de la provincia de Buenos Aires el problema mayor no es la pandemia,
sino las vacunas y el criterio para repartirlas. El titular de la Región Sanitaria IX, el psicólogo Ramiro Borzi, envió 450 dosis a ciudades con apenas diez mil habitantes y ninguna a Azul, cuya población ronda las 70 mil almas. Un desequilibrio espantoso para una persona que estudió para conservarlo o recuperarlo.

Pero el interés político y un sueldo pueden más que un criterio científico o el objetivo de una carrera. Lo importante para Borzi no parece ser justo, sino obedecer las órdenes de La Plata. El poder del dinero, se llama esta película.

Como la política actual da para cualquier cosa, la diputada Liliana Schwindt sigue apostando a todo. Anoche apostó a River y a Boca, y si va al casino le jugaría a todas las posibilidades. Toda su vida actuó así porque lo primero es la familia y ella es la principal sostén de la suya. Es la proveedora por excelencia y no puede darse el lujo de perder la banca porque toda su familia, y también la de su marido, podrían engrosar el índice de indigentes.

Primero no demoró un solo minuto para saltar al espacio del Frente de Todos aún entrando por el lavagnismo, y ya dentro del kirchnerismo se ofreció para integrar el Instituto Patria (según publicaron los medios) y a la vez pidió trabajo en La Corriente de la Militancia Nacional. 

Liliana Schwindt es como Javier Mascherano, una jugadora de toda la cancha y “todo terreno”. En España, mis amigos vienen siguiendo minuciosamente su carrera pero ya no le quedan más casilleros para dejar registrados sus cambios de posiciones. “Pero chaval, -me dicen- esta mujer, menos pudor, tiene todas las virtudes”.

Si la Schwindt continúa así va a seguir el camino inverso a Sergio Massa o Amado Boudou y terminará afiliándose a la Ucedé. “Todo lo hago por mi familia” parece decir la diputada. Y ya les habría hecho llegar su currículum a Cristina y a Patricia Bullrich para las próximas elecciones.

En tanto, Massa estaría a punto de abandonar su carrera política para dedicarse a dictar cursos de lobbismo porque es lo único que le ha salido bien en su carrera. El que hizo con las empresas de seguridad norteamericanas le salió redondo y ahora continúa con la energía eléctrica. Su alumno predilecto es el Presidente de la Nación, quien como buen lobbista sabe decirles a cada uno lo que desean escuchar. Dicen que la mafia es la unión de la política con el negocio, por lo tanto, tanto Alberto como Sergio ya cuentan con un posgrado en la materia.

La lucha por las vacunas

En el Centro bonaerense, La Cámpora viene haciendo desastres con la distribución de vacunas y con la colaboración del psicólogo sanitarista. Si continúan con ese criterio discriminador, sus merenderos serán los más beneficiados con el reparto y los municipios de Cambiemos los más perjudicados. “Y..., de alguna manera se iban a desquitar de la última derrota electoral”, apuntó un pyme olavarriense.

Valicenti es otro de los políticos que, como Liliana Schwindt, tiene como prioridad a su familia entre los beneficiarios de la política. Su esposa ligó una suerte de dote de su esposo al ser consagrada presidenta
del bloque de concejales del FDT, y uno de sus ediles cobra tres sueldos como la jefa, Cristina Kirchner. La siguen hasta en eso. Solo que el concejal se lleva a su bolsillo unas 300 lucas mientras que la Pasionaria de Tolosa acumula tres veces más mensualmente.

Entonces, con este progresismo, los argentinos van derecho al Neolítico en vez de rumbear hacia el futuro. O, como diría Sabina en “Eclipse de mar”, con estos “progresistas” podríamos ser “el mono del año 2000”.

En tanto, el jefe comunal diagrama sus vacaciones en los Estados Unidos y nos somete a una búsqueda
individual de vacunas cuando La Cámpora ha dejado las góndolas vacías.