La buena noticia es que después de una recaída, Olavarría se pudo reponer y hoy mantiene controlada la pandemia. Entró en fase 5, que se supone nos prefigura una mejor vida, con prácticas deportivas y algunas reuniones permitidas fuera de la irresponsabilidad, la estupidez o la promiscuidad.

Pero no sólo Olavarría pasó la fase 5. También lo hicieron varios dirigentes políticos que ya van por la quinta vez que cambian de partido y de referente.

Uno es José Eseverri, quien entre idas y vueltas puede llegar a superar esa fase. Después está Liliana Schwindt, que de confirmarse su alineamiento con Sergio Berni sería también la quinta vez que modifica sus principios.

El ex intendente se inició en el radicalismo, luego fue cooptado por el kirchnerismo, saltó al massismo, luego hizo un retorno al mundo K, volvió luego al massismo, buscó un lugar posteriormente con el lavagnismo y cuando esta línea sacó ese cinco o seis por ciento que representaría la “ancha avenida del centro”, volvió al kirchnerismo y estaría más cerca de Máximo que Cristina.

La diputada Liliana Schwindt hizo un periplo parecido. Sólo que se inició en el peronismo y después de cuatro saltos de conciencia estaría a punto de pegar el último (?) al espacio de Berni. Es que Liliana se queda sin lugar en 2021 y no bastarían los elogios desproporcionados que le hace al Frente de Todos para que le den la posibilidad de renovar.

Por eso, y pensando que Berni la podría pedir, recomenzó un nuevo camino político en La Matanza en donde el ministro de Seguridad provincial tiene su oficina estratégica para su lanzamiento por la gobernación de Buenos Aires.

Por lo tanto, Schwindt culminó una parábola paradójica porque pasó gran parte de su vida huyendo de Cristina Kirchner para terminar finalmente a su lado. Porque desembarcar con Berni es mudarse al lado de la vicepresidente. Y lo escribo con “e” final y no con “a” como pretende Cristina porque, como me corrigen mis amigos madrileños, “el femenino de presidente está en el artículo como lo dice la Real Academia Española, a no ser que la vice de ustedes también sea una lingüista ‘exitosa’”, ironizan.

Entonces si bien Olavarría pudo avanzar a la fase 5, tanto Eseverri como Schwindt terminaron volviendo a la fase 1, casi desde donde partieron en sus respectivas carreras políticas.

Otra ironía del destino de estos dos dirigentes locales que después de tantas vueltas acabaron siendo vecinos políticos.

Derrota y tortillas

El Intendente logró lo que buscaba pese a las presiones del jefe de gabinete provincial, Carlos Bianco, quien intentó retarlo muchas veces pero salió frustrado como terminó con la pulseada que vino haciendo con el alcalde de Tandil (se me pegó esa jerarquía española).

Carlitos se las tendrá que aguantar y no tendrá más remedio que admitir que fue derrotado por dos intendentes bonaerenses de la oposición.

Se lo comenté a mi amigo “Juanca”, de Madrid, y me respondió con una metáfora futbolera: “vuestro alcalde es como Messi, porque parece que está ausente pero está dos tiempos adelante del resto. Y si no, mirá el gol que metió ayer cuando se estaba cayendo”.

Esto mismo habrá pensado Bianco, que supuso que lo tenía a Galli de rodillas y éste ya estaba mirando el arco para meterla al lado del palo derecho del arquero del Napoli.