Aldo Bionda: “Estar en una villa olímpica es una dimensión difícil de explicar”

Aldo Humberto Bionda nació hace 62 años en Loma Negra. Jugó en las inferiores celestes, trabajó en la fábrica de cemento y a los 25 años, junto con su gran amigo Omar Ligore (ex jugador de la primera lomanegrense) se fueron hacia Italia. “Pepe” (cuenta que ese sobrenombre se lo puso el técnico de las inferiores, Raúl Moriones) se quedó viviendo en Florencia, o Firenze, mientras que el “Mono” Ligore está radicado en Ancona, sobre el mar Adriático, pero la amistad siempre se mantuvo muy fuerte y que creció cuando formaron sus respectivas familias.

Aldo estudió en Italia y se recibió de fisioterapista. E inclusive, hace muy poco, recibió el título de especialista en osteopatía (“Esto no se termina nunca, en cualquier profesión hay que seguir superándose”, dijo). “Decidí estudiar fisioterapia porque era un argumento que siempre me gustó, relacionada con el deporte y también para ayudar a la gente en momentos difíciles o de dolor. Algo solidario y vi que desde ese lugar podía hacer algo por los demás. Por supuesto que tuve la dificultad de estudiar italiano, pero lo aprendí con humildad, tenacidad y esfuerzo, dedicándole tiempo al estudio. Una vez que me recibí, mis vacaciones las pasé en dos hospitales universitarios en Francia donde hice la preparación o residencia como se llama en la Argentina. En Niza y en Saint Etienne. Agarré la moto y fui para allá” explicó sobre sus primeros pasos para superarse, para formarse y mirar el futuro de otra manera. Es que lo mejor estaba por venir, aunque él no lo sabía por supuesto.

“Me fui metiendo en el ambiente deportivo poco a poco. Entré a trabajar en la Fiorentina y después estuve con el equipo de la Toscana que hacía partidos de beneficencia contra los pilotos de Fórmula 1. Y en ese equipo conocí a grandes ex jugadores, como Giancarlo Antognoni por ejemplo, también actores y cantantes. Allí trabajé con un tirador que representaba a Italia, que tuvo una lesión durante uno de esos partidos y yo lo traté, se recuperó enseguida, quedó conforme y me recomendó cuando llegaron las olimpíadas de Atenas 2004. Por supuesto, presenté mi currículum, quedaron conformes en el preolímpico de Grecia y así comencé a trabajar con el equipo de tiro de Italia. Con humildad y esfuerzo siempre fui tratando de aprender, de mejorar y dar todo lo que aprendí, lo que sé, y así tuve satisfacciones en el deporte” recordó Pepe que siempre manda saludos para sus familiares y amigos, “porque me gusta compartir cuando voy a visitarlos a Olavarría y también cuando vienen por Italia”.

La gran etapa en el deporte con cinco Juegos Olímpicos

Aldo Bionda estuvo con el equipo nacional de tiro de Italia en 5 Juegos Olímpicos: Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020 (por más que se hicieron este año). “Ganamos 13 medallas desde 2004, con 5 de oro y 8 de plata. El récord estuvo en Brasil que ganamos cinco medallas (2 oro y 3 plata). Mundiales y europeos, entre individuales y equipos, muchísimas medallas ganadas, algo exagerada la cifra porque el equipo de tiro de Italia es considerado de los mejores del mundo junto con Estados Unidos y China”, contó desde Florencia donde está radicado junto con su pareja, Bárbara Corti.

“Mi oro en cada torneo, en cada Juego Olímpico, es que cada deportista no tenga ningún problema físico. Por eso trabajo y me dedico al cien por ciento para que no exista ningún inconveniente, ya que son todos profesionales, se dedican solamente al tiro y hacen 30 mil tiros por año para entrenar, por lo que allí pueden originarse problemas en la columna o en las vértebras cervicales, así que cuando eso aparece tengo que aportar todo lo que sé para solucionar desde el punto de vista de la fisioterapia. Son tiradores que se entrenan mucho físicamente durante todo el año. Por eso tratan de cuidarse, pero la práctica de la técnica puede traer originado algún inconveniente físico y ahí estoy yo para ayudar”, agregó.

Con la atleta Jessica Rossi, la portabandiera (abanderada) de la delegación de Italia en los JJOO de Japón.

¿Cómo era el día a día con el grupo italiano?

Se vive codo a codo con todo el grupo de deportistas. Desde el primer minuto de la mañana, porque estamos juntos dentro de la villa olímpica. Son edificios divididos en departamentos y cada nación tiene un sector de acuerdo con la cantidad que lleva a la competencia. Después de desayunar los atletas se van al entrenamiento, con una preparación antes de entrar a la pedana que es el lugar donde ellos tiran en el campo. Así que tienen una preparación mental y física, así como la fisioterapia y a veces necesitan masajes para relajarse para ayudar a la circulación sanguínea o la retención hídrica que puede ocurrir cuando hace mucho calor. Es decir, hay que estar para colaborar según lo que necesiten. Y si no, simplemente relax para que estén tranquilos para la prueba o bien de estimulación muscular. Después del entrenamiento van al gimnasio, almorzamos, cenamos, con una rutina de cada día, pero viviendo en un lugar y viviendo una situación que todos aquellos a los que le gusta el deporte seguramente quieren compartir. Es una concentración de deportistas, lo mejor de lo mejor de cada país y lo más lindo es que podés ir caminando y por ahí te cruzás con alguna figura que solamente uno vio en fotos o en la televisión, y son naturales, simples, sin tanta apariencia. Vestidos de remera, pantalón corto y ojotas, bien simples. Y lo bueno también es que si se hace una buena actuación seguramente les cambia la vida a esos deportistas.

En el gimnasio, ubicado en el mismo edificio donde estaba alojada la delegación italiana.

¿Cómo es la villa olímpica por dentro?

La villa olímpica es una gran ciudad. Hay prácticamente lo que se necesite. Lo que te imagines, lo tenés. Hay restaurante abierto las 24 horas, servicio de transporte, hospital, banco, hasta peluquero. Todo es gratis, obviamente, en una dimensión de una villa donde prácticamente hay campos de juegos, una pequeña pista de atletismo. Basta con ir a mirar, a caminar un poco, y más allá del trabajo de cada uno, el día se pasa rápidamente. Allí hay concentración de esperanzas, de sufrimientos, de alegrías, de tristezas, deseos de tener un buen resultado en la prueba de cada uno. Pero como decía el gran Kobe Bryant, cuando perdés y estás seguro de haber puesto el corazón, ya ganaste. El dijo: lo dice uno al que no le gusta perder. Pero cierra lo que es un Juego Olímpico porque antes de competir en muchas disciplinas ya se sabe quién va a ganar, porque hay candidatos muy firmes, pero la esperanza de ganar una medalla no se pierde nunca. Es que cada atleta se prepara durante cuatro años y su deseo es dar el máximo, poner el corazón y si ganaste mejor, pero si no lo lograste al menos cada uno sabe que puso todo para llegar al objetivo.

"Pepe" Bionda con el atleta italiano Marcell Jacobs, ganador de la medalla dorada en 100 metros llanos.

Ya sos un italiano más…

Sí, es cierto. De alguna manera, si. El equipo italiano me dio la posibilidad de seguir en este nivel de competencia, es un grupo excelente. En ese sentido tuve mucha suerte. Es un equipo muy profesional y muy humano, integrado por gente a la que conozco desde hace muchos años, es gente honesta y leal y siempre respondieron en una relación que creamos con los años de manera extraordinaria. Todos trabajan muy seriamente, desde los atletas hasta los dirigentes de la Federación pasando por los entrenadores. Y el atleta, que son miles en realidad, trata de esforzarse siempre, dedicarse con lealtad y honestidad al deporte, con mucho sacrificio, entrenando para mejorar cada día. Todo el grupo es así, así como los que estamos en las “quintas”, que pone todo la profesionalidad para prepararnos y dar lo mejor. Es una preparación que yo también hago, porque si el atleta da el cien por ciento yo también tengo que llegar en las mismas condiciones y dar absolutamente todo. Por eso mi lealtad al equipo italiano.

¿Te encontrabas con algunos deportistas argentinos?

En la parte baja del edificio donde estuvimos en estos Juegos Olímpicos de Japón me encontraba siempre con alguna delegación argentina. Era un encuentro cotidiano con la albiceleste y reconocí a algunos deportistas que conozco. Pero ya era un placer tomar el ascensor y ver a alguno de mis compatriotas, hablaban y yo me metía y respondía. Uno de ellos, creo un entrenador no sé de qué equipo, y hablamos en esos diez o quince segundos para llegar al piso de arriba, y me cargaban diciendo que yo era más argentino que ellos. No se esperaban encontrarse con un argentino con una delegación italiana. Algunos hablaban italiano también. Así que fue un placer enorme encontrarme con un equipo argentino, como el de vóleibol por ejemplo, y eso fue casi todos los días. Escuchar cómo hablaban en mi idioma o que iban tomando mate, me emocionaba mucho. Era vivir algo hermoso durante esos momentos, porque el celeste y blanco lo tengo bien adentro mío y se asoma sin llamarlo. Hubo muchos episodios así, como con Las Leonas y tres jugadores de vóleibol, que jugaban esa noche, y las jugadoras les dijo “ganen o no vuelvan”, alentándolos y eso me hizo reír mucho.

¿Era algo especial cuando veías los colores celeste y blanco, seguramente?

Seguro que sí. Cuando veía a la Argentina era algo especial para mí. Es que en Argentina nací, crecí y me formé, pero en Italia llevo más años de los que viví en la Argentina. Tengo una hija (Irene, 25), tengo mi familia, mi trabajo, estudié en Florencia. Hace ya 37 años que estoy en Italia. Es una concentración de dos vivencias paralelas, porque son costumbres diferentes donde lo más importante es incorporar lo mejor de cada una, de cada país. Hay que ponerle a cada cosa que se aprende, tomar lo mejor, porque todos los seres humanos tenemos siempre la posibilidad de aprender, teniendo la humildad y la curiosidad de aprender.

¿Cómo fue la organización de los JJOO?

La organización de Japón fue extraordinaria. Es una nación muy ordenada, minimalista como me gusta a mí. Necesitan pocas cosas, pero tienen todo. Son simples, y las cosas más simples pueden llegar a ser las más difíciles, y con empeño y en forma simple lograron unos juegos muy bien organizados y la pandemia, aunque hubo algunos casos, estuvo todo controlado. Y dentro de la villa estuvimos contenidos y cuidados. No podíamos salir a ninguna parte, obviamente, porque si lo hacías te mandaban al aeropuerto y te volvías. Hubo mucho control y los resultados en ese aspecto fueron óptimos, ante esta pandemia que espero que todo pase cuanto antes.

Aquí, al regreso de Japón, con su hermano de la vida y gran amigo, Omar "Mono" Ligore.

¿Cómo se explica vivir en una villa olímpica y disfrutar de un juego olímpico?

Es algo hermoso e inolvidable. La villa olímpica es la concentración de todo el deporte a nivel mundial. Es una dimensión difícil de explicar. Es hermoso vivir ahí. La cama estaba hecha de un material sintético o estilo cartón, todo simple como decía antes, pero ahí te das cuenta de la ecología que Japón tiene muy en cuenta. Crearon algo espectacular, ecológico y estaban atentos a todo. Realmente notable. Además, te encontrás con el más grande de cualquier deporte y me pasó, por ejemplo, de poder sacarme una foto con el tenista Novak Djokovic (FOTO PRINCIPAL DE LA NOTA) y con el hombre más veloz del mundo, el italiano Marcell Jacobs, que ganó la prueba de 100 metros. Con Kobe Bryant tuve la posibilidad de conocerlo en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Fue en la ceremonia de apertura y también lo vi en el primer partido que jugaron Estados Unidos y China. Pero en esa ceremonia, antes de entrar a desfilar, estábamos todos en un gran gimnasio y EEUU estaba cerca de Italia, y nos pusimos a hablar. Es que hablaba muy bien italiano porque la escuela primaria la hizo en Italia, ya que su papá jugaba allí al básquetbol, creo que en Modena. Fueron cinco minutos muy agradables para mí; primero me presenté obviamente, por lo que tuve el gran honor de charlar con él, que fueron cinco minutos inolvidables para mí.