El Presidente, su populismo y sus berrinches, el ajuste interminable y los nuevos negocios

Desde hace más o menos un lustro, si no más, la Argentina -como aquel Egipto antiguo- se viene debatiendo entre plagas interminables y sólo faltan aquí algunas pocas para remedar aquella época de los faraones.

El colmo es que, tal como lo hacen algunas aseguradoras (¿cartelizando la práctica?) han comenzado a incrementar el valor del seguro ¡y cada 20 días!!!. Hay algunos nombres ya y es posible que todas estén haciendo lo mismo, esto es cartelizando, si no el valor al menos el abominable mecanismo de cartelización. La paradoja es que el liberalismo de Milei, es decir la competencia para bajar precios trajo como consecuencia lo contrario, es decir el acuerdo espurio para subirlos.

Desde el último tramo de la gestión de Mauricio Macri, pasando por la de Alberto y Cristina y ahora la de Javier Milei, al país ya no le quedan males que enfrentar. Corridas cambiarias, pandemias, corrupción e inflaciones asfixiantes e intolerables.

Las mayorías trabajadoras y previsionales continúan en este apocalipsis interminable mientras la dirigencia responsable de todos los males continúa con sus vidas privilegiadas, ajenas a todo sufrimiento, y no sólo con sus vidas sino también la de sus descendientes absolutamente aseguradas de toda calamidad.

Lo que nos faltaba: la tríada gubernamental Milei-Kicillof-Wesner ha decidido indexar la vida de sus gobernados, llevando sus presupuestos al compás de la inflación mientras la gente debe financiar eternamente corriendo de atrás a los precios de los alimentos y servicios esenciales para vivir.

Mientras, Cristina invierte su dinero (¿su?) en Mercado Libre. Eso es lo que trascendió: la ex Presidente y Vice prepara su retorno restregándose las manos por los infantiles y desquiciados errores del nuevo Gobierno. “Los goles que se pierden en el arco contrario te los comés en el propio”, dice una ley del fútbol.

Cristina invirtió en Mercado Libre y en otras empresas: puso 160 mil dólares en la empresa de Galperín.

El oficialismo quedó en ridículo ante el manejo del tratamiento de la Ley Omnibus en Diputados y por una pésima estrategia a causa de falta de experiencia política, arrogancia, caprichos y berrinches incomprensibles en la reacción del Presidente, quien se enojó al bulto por el fracaso y acusó también al bulto a gobernadores potencialmente aliados.

Siempre hay que conocer “cómo se hacen las cosas” y no basta con enojarse ni con recitar dogmas de un liberalismo ortodoxo que, tal como lo corroboró el politólogo olavarriense Andrés Malamud, “no se aplica en ninguno de los países europeos”. Sólo Milei cree en el efecto puro de la oferta y la demanda. Y agrega el analista: “Milei es un presidente disruptivo y potencia su disrupción para compensar su falta de fuerza política”.

El politólogo olavarriense Andrés Malamud y un análisis muy preciso, como siempre.

El país padece de falta de trabajo genuino. El peronismo lo impulsó históricamente cuando comandó el proceso de sustitución de importaciones, y fue la misma identidad (entre otras) la que acabó con el trabajo privado.

Lo mismo que Macri, hoy, con el cambio de modelo, se esperan inversiones para generar empleo, pero ¿quién va a invertir en un país que no respeta la continuidad jurídica del Estado?. Y es así.

El Presidente, a modo de revancha, acaba de violar el pacto fiscal de 2017 quitándole los subsidios al transporte de los estados federales y los dejó a la intemperie. Entonces -y vale la metáfora- se juega una mano con flor y se la saca a la mano siguiente.

¿Es posible que con estos cambios y esta falta de coherencia arriben capitales a la Argentina?. A Perón le gustaba decir que la víscera más sensible es el bolsillo y que los capitales son lo más cobarde que existe en el planeta.

El terror en las góndolas y la recesión.

Como contrapartida, la ex Vice Cristina Kirchner habría invertido en el negocio de Mercado Libre y en otros negocios unos 160 mil dólares. Su patrimonio pasó de 118 millones a 250 millones de pesos -más o menos el doble de lo que declaró el año pasado-, mientras que los jubilados sólo van a recibir un 30 por ciento de aumento en una inflación que ese dígito lo tiene por mes.

Los últimos gobiernos, incluido éste, parecen haber comenzado una “guerra del cerdo” como el cuento de Bioy Casares, buscando eliminar a los “viejos” de la faz de la tierra. Por lo menos la de este país.

“Son todos iguales, cortados por la misma tijera”, diría la tía Anita. “También se manejaron con economías indexadas la dictadura militar, el radicalismo alfonsinista, el kirchnerismo y ahora los libertarios. Si..., son todos iguales en la perversidad y en la impunidad”, completaría la tía intelectual y ultrapolitizada de la familia.

Mientras Cristina invierte en el capitalismo, ella intenta estar afuera de un eventual fracaso de Milei porque no quiere quedar pegada a una nueva frustración nacional. Ya carga con otras anteriores.

La tasa minera

En tanto, mientras se indexa la vida, la gente sufre la quita de los subsidios al transporte. Pero quienes viven vinculados al poder político, cualquiera de ellos (kirchneristas, radicales, libertarios, macristas) están a punto de cobrar jugosas jubilaciones de privilegio o indemnizaciones dolarizadas (se cuenta que hay una por un cuarto de millón de los “verdes”). Simplemente por nada o sólo por ser obsecuentes a quienes oportunamente gobiernan. Pero el Presidente continúa construyendo su reinado teocrático judeo-cristiano.

Las cementeras. El cemento busca ablandar al Intendente. ¿Hablaron sobre la tasa del 4%?.

Frente a la demanda eclesiástica de alimentos para los pobres, el Gobierno los canalizaría a través de las Cáritas lo que presagia un aluvión de robos a esas instituciones como supieron existir durante la crisis de 2001/02, cuando los ladrones de pueblo o barrios acortaban camino violentando las entradas de esas sedes para llevarse los alimentos destinados para los pobres del lugar y posteriormente revender ese botín.

Son antecedentes históricos que se deben tener en cuenta. En tanto, el contador Mario Cura recordó que siendo diputado provincial había presentado un proyecto para quitar el IVA a los alimentos. Una buena idea de la que la CGT nacional está omitiendo.

Mario Cura y la quita del IVA en los alimentos. (Foto LU32)

A partir de los cambios en el transporte, comenzaron a surgir algunos negocillos -dirían los españoles- con el aparente chiquitaje, para otorgárselos a los amigos del poder. Entonces, la otra paradoja de Milei es la de potenciar una casta a la que pretendía terminar. La primera es la de querer fomentar el libre mercado y la competencia y acabar alimentando la cartelización. En fin, el Presidente parece una máquina de generar paradojas o contradicciones.

En tanto, y como respuesta a lo que opinan el contador y ex concejal Sergio Milesi, o el ex diputado nacional peronista Alberto Lestelle, de buscar los recursos faltantes subiéndole a las cementeras el 1% de la tasa por explotación de canteras recuperando de ese modo el 4% histórico que se cobró hasta la dictadura militar y sus cómplices locales, el Intendente se sienta con los empresarios cementeros pero no se sabe con precisión para qué.

Sergio Milesi y el derecho a cobrar la tasa minera.

Ojalá hayan hablado sobre una posible intención de llegar de una vez por todas a ese bendito 4% que cobraba Olavarría haciendo uso de “su derecho” a hacerlo, como lo definió Milesi. Porque ese es el camino para no continuar buscando los recursos en los vecinos que ya no soportan más un aumento de impuestos y de tasas y de ninguno de los niveles del Estado.

Un final impredecible

El otro factor es el de siempre: la grieta y los odiadores. La Argentina ya insinúa la aparición de otra polarización violenta, despiadada, y es el del mileinismo (incluido el cordobés que agrupa también a algunos peronistas y radicales) vs. kirchnerismo, ambos grupos llenos de odio por el oponente, un odio irreductible y tan destructivo como el anterior, el de kirchneristas contra macristas. Es decir Milei contra Cristina, cada uno acompañado de sus amigos.

Hace pocos días el diputado Nicolás Massot (corre riesgo de quedar confinado y exonerado por ello) disparaba una opinión preocupante, que al Presidente parecía no importarle la ley de su autoría sino que lo que pretendía era perpetuar ese conflicto despiadado contra sus contrarios, posiblemente por lo mismo que dijo Malamud, que su disrupción potenciada le compensa su debilidad estructural.

Milei y un objetivo claro: bajar la inflación como sea.

“Milei es un populista”, agregó el politólogo: tiene una relación directa con la masa sin mediaciones institucionales. Cree que cuenta con el poder del 56 por ciento que lo votó, pero recuerda que sólo un 30 por ciento es caudal propio y el resto del 26 por ciento es como prestado, o el resultado del voto anti-K.

Pero el Presidente no parece entenderlo así, continúa sintiendo que ese porcentaje final de la segunda vuelta es fuerza propia. “Muy distinto es el 54 por ciento de Cristina en primera vuelta y el 52 por ciento de Alfonsín”, advierte.

En fin, preparémonos para otros odios, para el nacimiento de otros haters, tan virulentos como los que estuvieron hasta ahora, y que nos pueden conducir al enfrentamiento o al suicidio colectivo. Es hora de detener este probable exterminio mutuo, y sólo se lo impide con diálogo y búsqueda de consenso.

Milei tiene mentalidad economicista y pretende bajar la inflación como sea, aún con la parálisis total o “con recesión absoluta”. Así lo definió Malamud con mucha preocupación. Algo parecido sostenían los monetaristas de la Escuela de Chicago. En síntesis, y como diría el tango, “la historia vuelve a repetirse”.

Entonces, el ajuste “duro” -como definió Luis Caputo- ya empezó, tanto con Milei como también con Kicillof y Wesner, pero no sabemos cómo terminará. En fin, como se estilaba en las historietas, continuará...

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Por Cacho Fernández ([email protected]).

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