Marisa Charny y el cambio brutal en la vida: del vértigo de Capital a la naturaleza y la paz de Traslasierra

Vivía en Capital Federal, daba clases de yoga pero en su interior había algo que no había despertado. Conoció a Leo y entre los dos construyeron un cambio absoluto: primero se fueron a Corrientes, pero el lugar en el mundo que finalmente encontraron es en Villa de las Rosas, Traslasierra, Córdoba. Allí levantaron Casa Oniria, con cabaña incluida, y desde allí ahora la vida transcurre en paz, disfrutando a pleno y rodeados de naturaleza.

Comunidad 24/03/2024 Primera Info Primera Info
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POR DARIO FARIÑA. De hablar pausado, manso y tranquilo, casi como el lugar donde vive desde hace poco más de un año, aunque pareciera que es de allí desde toda la vida. Esa forma de hablar parece que estuviera pensando las palabras que va a decir, para colocarlas de manera precisa. Y así transmite su vida, esa vida que un día decidió cambiar totalmente para irse desde Capital Federal a Corrientes, primero, y desde Corrientes a Villa de las Rosas, una de las ciudades más bonitas de Traslasierra, Córdoba.

Es muy común ver a Marisa Charny en su canal de YouTube contando cómo es su vida, su experiencia, todo lo que fue aprendiendo en esta ciudad que, en un momento del año, está inundada de rosas. De verdad. Ella (59) y Leo (57), su pareja, con su gato Tupún, viven rodeados de naturaleza, en una casa muy bonita que tiene, pegada, piscina de por medio, una cabaña que alquilan durante todo el año.

Incrustada en el medio de la montaña, casi. Para llegar allí hay que salir del camino que va desde Villa Dolores hasta Mina Clavero, se toma otro camino serpenteante y hermoso, también de asfalto, luego hay que meterse mil quinientos metros sobre tierra, subir unos metros y se desemboca en la cálida, simple y a la vez cómoda e impactante Casa Oniria. Allí, en Casa Oniria, sólo se escuchan pájaros, las abejas trabajando, se puede ver desde un mirador (que instalaron con un par de sillas y una mesita - foto inferior) la majestuosidad de las montañas con el cerro Champaquí de fondo.

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Casi sin quererlo, Marisa Charny se hizo famosa. O al menos, muy conocida. Es común verla los sábados en la plaza de Villa de las Rosas haciendo entrevistas a los artesanos (es tradicional esa feria, que ahora también se hace los jueves, con artesanías y gastronomía).

Pero también en sus videos donde explica cómo se vive en Traslasierra, sus secretos y qué hay que hacer para tomar la decisión de cambiar de vida, de cambiar el vértigo y el apuro de la ciudad por la tranquilidad de una vida más sana, más tranquila y que se puede disfrutar cada minuto del día. En una charla con Primera Info, Marisa contó su vida -en una charla en el patio de la cabaña-, sin vueltas, claramente, y con la tranquilidad de saber que se tiene todo el día para disfrutar cada detalle de la naturaleza que la envuelve.

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¿Marisa, cuánto hace que existe Casa Oniria?

Casa Oniria abrió formalmente en enero del 2023. Nosotros nos mudamos el 30 de agosto. En realidad fue una mudanza tipo gitana de 3-4 días, porque veníamos desde Corrientes. Pero ponele que el camión llegó el 30 de agosto de 2022 y hasta que nos instalamos, hicimos las reformas que necesitaba la cabaña y todo, fueron tres o cuatro días, porque Casa Oniria en realidad es el espacio completo. Es nuestra casa, es la cabaña y es también los futuros proyectos que puedan llegar a haber.

Primero, ¿cómo descubriste el espacio este? ¿Había alguna casa, algo y compraron? ¿Cómo fue?

Las estructuras edilicias estaban. O sea, yo estaba buscando casa por la zona y en un avisito de Mercado Libre encontré esta casa y la vine a ver, en realidad vine a verla muchas veces porque yo tenía muchas dudas y cuando uno se equivoca antes, después estás como tratando de no cometer los mismos errores, cometer nuevos errores, pero no los mismos. Y entonces vine muchas, muchas veces, no estaba segura de que era la casa, pero después me dije que sí, que era. Entonces ahí definí que era este el lugar, sí.

Además, después le tuvieron que poner mucha mano de obra, ¿no?

Mucha mano de obra, sí. Sobre todo eso, pero de eso se encargó Leo. Leo es muy manual, muy hábil, con muchos oficios. Entonces él, en todos los lugares en los que estuvimos, él los mejora. Con que haya una estructura, él después hace lo suyo.

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Ustedes venían de una experiencia, como decís en tus videos, que salió más o menos en Corrientes. ¿Cuánto tiempo estuvieron ahí?

Estuvimos nueve años en Corrientes, habiendo hecho una casa casi de cero. O sea, desde una estructura básica de cuatro paredes que había, armamos toda una casa que fue todo el tiempo cambiando, porque al principio pensamos que iba a ser un gran salón y después se fue transformando en pequeños ambientes. Hicimos también una especie de lugar de retiro que no funcionó, pero esa era nuestra intención. Y fuimos embelleciendo ese lugar que nos dio bastante pena dejar, te digo la verdad…

¿Pero por ahí había algo más espiritual que los obligaba a irse?

Sí, nos obligaba a irnos el entorno, porque el entorno era muy, muy desparejo a lo que nosotros ofrecíamos.

Y vamos más para atrás, porque ustedes se van a Corrientes desde Buenos Aires. ¿Cómo y por qué?

Porque nosotros nos conocimos en el 2010 en una situación muy particular, de un taller de autoconocimiento muy, muy esotérico. Y como que nos encontramos y desde el primer día nos pusimos en contacto. Casi que al momento de conocernos, a los dos se nos cruzó la idea de irnos de la ciudad. Que fue algo muy raro, porque a mí personalmente nunca hasta ese momento se me había ocurrido. Yo era una persona muy de ciudad, muy amante de la ciudad, bailaba tango. Con eso parece que te dé una idea de lo que a mí me convocaba Buenos Aires. También tenía mi otro lado, ¿no?, como que soy profesora de yoga, digamos que tenía otro lado. Mi vida era la ciudad, los eventos culturales, tenía una linda casa donde vivía con mis hijos. O sea, no había nada que me impulsara a salir de la ciudad. Pero en cuanto nos conocimos, eso se empezó a instalar y no lo pudimos sacar de la cabeza. Con él (Leo) nos conocimos un año, y al otro año ya estábamos en plan de buscar dónde. Y fue así, fue como una cuestión del destino, de encontrar el compañero con quien hacer el cambio.

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¿Y cuando le decís a tus hijos, me voy a Corrientes, ya eran grandes?

Sí, eran grandes. Javier tenía 21 y Manuel 26. Les dije: nosotros decidimos que nos vamos de la ciudad y si ustedes quieren venir con nosotros, obviamente están invitados. Y si no, están invitados a hacer su vida. Ahí empezó todo un proceso porque mi hijo, el menor, tenía 21. O sea, tenía edad, pero no tanta tampoco. Y el mayor, que tenía 26, ya estaba medio a punto de disparar. Así que para él fue más fácil porque ya estaba pensando en irse a estudiar afuera. El plan es que un poco lo apuré, pero que lo consiguió. Y el menor quedó ahí medio tambaleante, pero también le vino re bien. La verdad es que tuvo que madurar y lo considero como muy necesario.

¿Leo tenía hijos?

No.

¿Qué encontraste acá en Córdoba apenas llegaste?, porque es el lugar soñado por todos, pero no todos se animan

Sí, pero nosotros a ese cambio ya lo habíamos hecho. El primer paso es el más duro y es soltar comodidad de la ciudad. A ese ya lo habíamos pasado y fuimos a un lugar en donde tuvimos que aprender un montón. De estar en la naturaleza, de encontrar nuestros recursos. Pero nosotros queríamos hacer ese cambio. Cuando uno quiere y tiene el deseo, se hace más fácil porque se apoya en ese deseo que uno tiene. Entonces, ese primer paso ya lo habíamos hecho en Corrientes y venir a Córdoba fue un paraíso para nosotros. Porque ya no nos cuesta estar en la naturaleza, no nos cuesta vivir aislados, no nos cuesta tener algunas circunstancias como no tener el gas.

Sí, cuidar el agua también, cuidar la ciudad…

Eso fue un cambio muy grande, lo del agua. Fue un cambio muy grande porque en Corrientes hay abundancia de agua y acá en Córdoba una escasez gigante de agua. Pero por lo demás fue encontrar personas mucho más afines a nuestra mentalidad, a nuestra forma de ver la vida. A mí personalmente me es fácil.

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¿Y Leo, por ejemplo, se tuvo que ir y más o menos hacía las mismas actividades que vos? ¿Qué hacía Leo?

Leo en Buenos Aires tenía un taller de escultura y escenografía. Porque él tuvo muchos oficios en su vida, pero en sus últimos 10 años se dedicó a la escenografía. Entonces vivía de eso, de dar clases en un instituto y en un taller privado de escultura y realización escenográfica. Y cuando nos fuimos a vivir a Corrientes, la idea era que se iba él a ocupar de armar la casa. Entonces fueron muchos años de estar abocados a construir. Que en realidad uno dice…pero qué dinero ingresa. Lo que hace es que salga mucho menos, porque yo no tengo que llamar ni a un albañil, ni a un electricista, ni a un plomero, a nadie. Él hace todo. Y eso hace que lo que yo ingreso en dinero se potencie 10.000 veces. Entonces ese es nuestro trato económico, jajaja.

En este cambio, obviamente, pesó mucho más esa decisión de aferrarse a esto que desprenderse de un montón de cosas de la comodidad de capital. ¿Cómo se afronta esa actitud? ¿Cómo se define? ¿Hay momentos en que estás dudando de por qué diste ese paso o no? ¿Te ha pasado eso?

No. Lo único que a mí me hizo un poco tambalear fue lo social, la falta de contacto con personas afines. Eso me hizo tambalear y extrañar a mis hijos. La realidad es que yo siempre me planteaba, y esto siempre lo digo, que uno sueña con un pasado que no existe. Yo muchas veces me lo planteé. ¿Vuelvo a Buenos Aires? ¿Y a qué?, si mi casa ya no está, mis hijos ya están en su vida, el otro ya está en Barcelona, como que no existe ese pasado al que uno añora volver. Entonces siempre me traigo al presente a decir, a ver, ¿con qué dificultades estoy hoy y cómo la soluciono?, porque eso que yo anhelo ya no está. Yo ya di un vuelco en la vida, di vuelta a la página, y esa página que pensás que está ahí escrita ya se disolvió.

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¿Volvés de vez en cuando a Buenos Aires?

Vuelvo cada vez menos. Tengo ahora a mi mamá, que está muy viejita, y entonces cada dos o tres meses vuelvo. Al principio volvía un montón, o sea cada dos meses iba. Después, cada vez menos. Con la pandemia no fui por un año y medio, y después cuando empezó de nuevo a circular todo empecé a ir cada cuatro meses. Ahora voy un poco más porque mi mamá está con ciertas dificultades.

Acá reformulaste tu vida, de alguna manera, más allá de que profundizaste lo que sabías hacer, pero reformulaste todo, están YouTube, tus clases, tus talleres, ¿cómo vivís hoy? ¿Hacés todo eso?

Sí, yo primero hice el cambio cuando nos fuimos a Corrientes, porque ahí era como mi fuerte eran las clases de yoga, y todo lo demás era como hobby. Todo lo demás es las consultas de astrología y de tarot y de coaching, todo eso era como un hobby, como secundario. Y en Corrientes cambió, porque fue principal mi consultorio y secundario las clases de yoga, y el canal de YouTube directamente era un lujito, algo que yo hacía porque quería dejar…en realidad todo empezó porque yo me olvido de todo. Yo hago una receta y me la olvido. Entonces yo decía la voy a grabar como para después ir a buscar, a ver cómo hacía esa torta o esa comida, voy a buscarla en mi canal de YouTube. Lo tenía como un archivo personal. Y después cuando llegué acá a Córdoba el canal de YouTube empezó a funcionar mucho mejor, o sea me empezó a demandar más energía y a la vez más entusiasmo. Las clases de yoga no hay acá posibilidad porque estoy muy aislada y porque hay muchos profesores de yoga. El consultorio sí, siguió y sigue creciendo. Eso es algo que está estable y en crecimiento, digamos, no tuve que hacer mucho para que desarrollara. Creo que el mayor cambio es también ocuparme de la cabaña, que también es un montón de actividades que debo hacer porque hay que responder mensajes, hay que difundir, hay que ocuparse un montón. Yo soy bastante organizada, pero por otro lado desorganizada. Como yo soy todo es papelitos, es como que me cuesta llevar una agenda firme, limpia. Soy bastante así más del momento. Pero esto me requiere mucha organización.

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Y también Villa de las Rosas es muy particular dentro de Traslasierra, así que te fuiste relacionando a través YouTube con las notas. ¿Descubriste quizá una forma de vivir o algo en tu interior que no imaginabas que tenías?

Sí. El rol de comunicadora, por ejemplo, no me lo conocía. Yo me sentía como que era muy buena relacionándome uno a uno con la gente. Pero ahora, de pronto, la vida me está poniendo en un lugar de mostrar lo que otros hacen. Así como vos me estás ahora entrevistando, yo a entrevistar a otros, y no estaba eso dentro de mi cabeza. Y me encanta, la verdad. Me encanta. Me encanta hacerlo, como crear lazos entre la gente. Me encanta, sí.

¿Tus hijos vienen a verte a Córdoba?

Tengo un hijo que vive en Merlo (San Luis), acá cerca. Así que con él nos vemos más seguido y con el otro nos vemos de vez en cuando porque está en Barcelona. El año pasado vino, este año no va a venir y yo de acá no me quiero mover. Para mí irme, te digo la verdad, irme a Buenos Aires es un trastorno. Si me voy tres días, voy y vuelvo. Irme a Europa en este momento no lo veo posible.

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¿Es esto definitivamente lo que querías en tu vida?

 Sí. Esto. Esto es divino. Esto es mi sueño. Sí, tal cual.

Siempre uno dice, ¿por qué no lo descubrí antes pero las cosas se dan cuando se tienen que dar. Dios es justo, ni antes ni después

Exacto.

Quizá te encontró en la madurez ideal, con el compañero ideal, en el momento ideal

Sí.

¿Y qué consejo le darías a esa gente que dice quiero dar un pasito e irme vivir a Córdoba?. A eso lo has dicho en algún video…

Sí, que no se entusiasmen tanto, diría. Primero que vayan ensayando el cambio en sus propias vidas. Nosotros, como te dije, nos conocimos en 2010 y recién nos fuimos en 2013. O sea, en esos dos o tres años que estuvimos en Buenos Aires hicimos huerta en la terraza, hicimos compost, dejamos de comprar un montón de cosas que comprábamos en la ciudad. No porque esa sea la forma, te estoy contando cuál fue nuestro proceso, pero nos acercamos muchísimo más a la vida que llevamos hoy estando allá. No hicimos un golpe de hielo, de estar caliente al agua fría, como que fuimos preparándonos pero sin saberlo casi, sin proponérnoslo. Pero yo ya no aguantaba más la vida esa, el desperdicio energético que hay en Buenos Aires, por ejemplo. Entonces yo ya ahí no compraba más plástico, ya compostaba en la terraza, tenía un montón de cosas que después venís acá y son las que vas a vivir acá. Pero yo digo, primero ensayen el cambio, porque uno tiene mucha fantasía de lo que es y después venís acá y no es eso que te fantaseás. Es otra cosa, y para cada uno otra cosa. Porque por ejemplo, yo tengo esta experiencia, pero hay gente que vive en Córdoba y sigue viviendo casi como en Buenos Aires. Y no sé, es como que es muy personal.

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Lo que pasa que en un lugar así sí tenés todo a mano, pero acá tenés algunas limitaciones a las que hay que adaptarse y acomodarse

Exacto. Hay que adaptarse muchísimo, y mucho adaptarse también a la naturaleza. Hay que entender que uno acá es visitante, no viene de dueño de la naturaleza.

¿Hay que respetarla?

Sí. Mucho.

¿Por qué?

Porque lo que vos no respetás, no te respeta. Y es una cuestión energética. Si vos entrás en un ambiente con respeto, el ambiente te acoge y te trata bien. Y vos decís, no, me estás diciendo un pensamiento mágico. Y te voy a decir que sí, que es mágico, pero que existe, ¿entendés? Y yo a eso lo tengo comprobado. Nosotros nunca tuvimos un problema, estamos rodeados de serpientes pero nunca tuvimos ningún problema con una serpiente, desde Corrientes mismo. Yo estuve una tarde durmiendo una siesta en el pasto, llegó Leo y me dijo “movete con cuidado porque a tu izquierda hay una yarará”. Yo me giré para la derecha, la vi, ella estaba durmiendo al lado mío. Y vos decís, ¿no te moriste el susto?. No, primero no me di cuenta. Segundo, cuando fui, obviamente ella no estaba, ella llegó y se adurmió, ¿entendés?. Y claro, yo no hice ninguna torpeza, nada de eso, y entonces no le tengo miedo. Porque yo sé que si yo me muevo con respeto, las serpientes también se mueven con respeto, es un vínculo. Eso es muy importante de entender, porque la gente y los seres humanos somos muy prepotentes. Somos prepotentes, invasivos, nos creemos más que los animales y que con cualquiera, con otros humanos, ya de por sí, ¿no?.

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¿Qué aprendiste de la naturaleza?

La convivencia, eso, la convivencia pacífica.

¿Y qué fue lo que te ha sorprendido de esta vida acá?

¿Acá en Córdoba?

Sí, cuando digo acá, es más, yo diría que es esto…Casa Oniria, hablamos del entorno, de este lugar mágico

Yo aprendí a disfrutar, que era algo que en Corrientes no podía hacer, no podía disfrutar del entorno. Tenía muchos factores que me alteraban mucho. Acá en Córdoba aprendí a disfrutar y a aprovechar cuando está fresco, cuando hay sol, las mañanas, las tardes, como a ensamblarme con el entorno. Me siento muy ensamblada. ¿Viste cómo es la cabaña que está rodeada de vegetación?...así me siento aquí. Yo me siento rodeada y armónica con todo lo que me rodea. Es como que uno acepta si hace calor, si hay viento, si hay frío, si hay lluvia, ¿no? lo aceptás...lo aceptás y lo bien recibís, cada cosa que hay acá.

 

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