A más de tres décadas de la compra de las primeras chacras para construir una obra emblemática: el autódromo

El 5 de abril de 1998 fue inaugurado el autódromo olavarriense con el nombre de Sudamericano, pero luego se modificó y pasó a llamarse “Hermanos Emiliozzi”. El doctor Amílcar Dirazar, dirigente del AMCO en aquellos tiempos y uno de los impulsores, cuenta cómo fue aquella previa y el momento de construirlo hace 26 años, y también habló del automovilismo actual.

Comunidad 21/04/2024 Primera Info Primera Info
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Corrían los años ´90 y la ruta tenía el certificado de defunción extendido para la práctica del automovilismo. El avance de la urbanización y los trágicos accidentes que involucraron espectadores y pilotos terminó con el mito histórico. Olavarría, como Capital del TC, corría el riesgo de dejar no sólo de ser tal sino de quedar definitivamente afuera del deporte motor nacional. Y así surgió la idea de unos pocos, pero muy adelantados dirigentes del AMCO, de construir un autódromo que nos coloque definitivamente en el camino correcto.

A 30 años de los primeros pasos concretos de este sueño hecho realidad (el 5 de abril 1998 se inauguró, por lo que este mes se cumplieron 26 años de la inauguración), en sólo cinco años (1993 -cuando se adquirieron la dos primeras chacras de un predio que integró cerca de 170 hectáreas- a 1998, fecha en que se inauguró el Autódromo Sudamericano de Olavarría), algunos de sus protagonistas principales contaron cómo se concretó esta obra emblema de nuestra ciudad. El doctor Amílcar Dirazar, ex presidente del AMCO, fue el que contó en detalles cómo fueron aquellos primeros grandes pasos.

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¿Cómo surgió esa idea de construir un autódromo?

Fue la decisión que había que adoptar conforme la evolución del automovilismo mundial, y en particular en nuestro país ya que la ruta había cumplido su ciclo. Como dirigentes del AMCO no podíamos permitir que Olavarría desparezca del mapa de la mano del semipermanente, así que en la década del ´90 comenzamos a concientizar en ese sentido ya que mucha gente pensaba que la ruta y que las cupecitas eran eternas. Y con el gran impulso que dan las convicciones de estar modelando algo muy importante para la comunidad, y recaudando fondos con aportes personales de directivos y allegados, adquirimos rápidamente las primeras dos chacras. Al poco tiempo completamos las 170 hectáreas que comprenden el Complejo Deportivo y Cultural del Autódromo Sudamericano de Olavarría. No había tiempo que perder porque no se podía correr más en el semipermanente, así que interesamos al Municipio, empresas locales y nacionales, y en 1993 comenzamos con el movimiento de suelos, previo bautismo deportivo del predio, organizando competencias de Jeeps 4x4 con cruces del arroyo y demás, circuitos de karting y motocross. Luego de cinco años de intenso trabajo el sueño se hizo realidad con la carrera inaugural de TC el 5 de abril de 1998 con más de sesenta mil personas en el Sudamericano.

Todo un desafío, porque además había que conseguir apoyo...

Sí, porque era hacer esta obra o desaparecer del mapa borrando toda la historia de Olavarría con el deporte motor. Así que con esto sólo los dirigentes de entonces tenemos el orgullo de haber dejado una huella imborrable. El principal desafío, como pasa siempre que se hacen cosas importantes, fue no dejarnos llevar por los agoreros de siempre en el sentido de que era imposible lograrlo. Pero nos sobraban convicciones, ganas, inteligencia y apoyo para hacerlo realidad. Ayudó el gran posicionamiento en esa época del AMCO como entidad referente del automovilismo nacional, líder y modelo a seguir en la organización de competencias, ya que recibimos premios a nivel nacional a la mejor organización, al mérito dirigencial, al proyecto y ejecución del Autódromo Sudamericano, entre otros, plenamente respetados por fiscalizadores, pilotos y demás actores del deporte motor. Eso hizo que la obra tomara una fuerza inusitada y día a día creciera adoptando las soluciones más modernas y avanzadas en materia de construcción de autódromos. Tres pilares guiaron nuestro quehacer en la gestión: el apoyo de toda la comunidad, materializada en un aporte económico mensual del Municipio que ayudó mucho; el compromiso incondicional del intendente Helios Eseverri en hacerlo realidad sabedor de que era una obra con un impacto comunitario fenomenal que originó más de 500 fuentes de trabajo directa y muchas más de los proveedores, y el tercero fue no menos importante, como la incorporación de Tito Emiliozzi, socio fundador del AMCO, a nuestro equipo de trabajo apoyándonos en todo con su trayectoria como emblema del automovilismo. A Tito le devolvimos la alegría con esta obra, con la recuperación de La Galera que se iba de Olavarría y con su designación como Delegado del Intendente Eseverri en la construcción del Autódromo Sudamericano, Circuito Nº 2 de TC “Hermanos Emiliozzi”.

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¿Esa era, o es, la denominación oficial del autódromo?

Exacto. Esa es la única denominación oficial debidamente registrada como marca válida. A la par que cumplimos con la voluntad de Tito que nos pidió, tanto al club como a don Helios Eseverri, que por favor no le pongamos el nombre de él y su hermano Dante porque consideraba que con la denominación del circuito “La Bota” y la Avenida que lleva sus nombres y que precisamente conduce al autódromo, entre otros reconocimientos ya realizados, era suficiente. En particular no quería que hubiera ningún problema con los dirigentes del Club A. Estudiantes que en esa época estaban bastante inquietos por la construcción del Sudamericano.

¿Cómo consiguieron arrancar la obra?

Primero, los apoyos se lograron con seriedad, trayectoria personal de los dirigentes y prestigio institucional. Básicamente, a medida que podíamos mostrar avances concretos más gente se sumaba. Sería imposible mencionar a todos, pero no puedo dejar de nombrar a quienes sin cobrar un solo peso fueron de vital importancia, como Topcant con el agrimensor Carlos Melitón, el ingeniero Daniel Moris y todo su equipo desde el primer día en el diseño. Aquí debo reconocer y agradecer también al arquitecto Tito Bologna, quien acercó ideas muy útiles ni bien se supo que teníamos en mente construir el Sudamericano. Topcant formuló el asesoramiento técnico, destacándose la impresionante obra hidráulica que estos olavarrienses de bien propusieron con lo que permitió que gracias al autódromo se recuperaran para la agricultura cientos de hectáreas vecinas que dejaron de inundarse. El ingeniero Armando Corvalán, quien con su gran idoneidad técnica y hombría de bien diseñó y controló la pavimentación realizada con polímeros, ensayados en el circuito Jarama de España y que después de 34 años sigue intacta. Loma Negra y la señora Amalia Lacroze de Fortabat nos donaron todo el material para la torre de control, diseñada desinteresadamente por los arquitectos Ernesto Cladera y Alfredo Irigoin, y se hizo cargo total de construcción de la tribuna en memoria de Alfredo Fortabat. Losa nos dio el material para la construcción del galpón de Verificación, en el cual el querido Rubén Daniel Vilanova -vicepresidente- trabajó incansablemente. Cerro Negro dio los materiales para pisos y revestimientos, el intendente de Vicente López (el “Japonés” García) nos donó todo los semáforos y el sistema electrónico de largada; Cementos Avellaneda aportó el cemento para el muro de boxes, Ferrosur nos donó todo para las oficinas en las que compartíamos la bendita recaudación con Rulo Piermattei, Pochito Rossi, Carlitos Canelli y Fernando Azzato, directivos de la primera hora que lideraban el ejército de gente que hacía la cobranza de la competencia con beneficios económicos para entidades de bien público. También nuestros queridos integrantes del Cuerpo de Seguridad y Banderilleros, con Juan Mañero a cargo, entre muchos otros, que dieron una mano importante y permitieron este monumental logro olavarriense que es un ejemplo de conjunción de lo que pueden hacer el Municipio con los particulares en la concreción de una obra de trascendencia comunitaria indiscutible. Eduardo Kriger fue el contratista del movimiento de suelos, con material de destape descartable provisto gentilmente por la cantera Alsina Vial de Sierra Chica, obviamente con el flete a cargo del AMCO con lo cual dimos mucho trabajo a transportistas chicos con camiones volcadores que llevó adelante -principalmente- el desmonte, sub-base y la base para la posterior pavimentación que hicimos con Equimac que era una de las dueñas del peaje de Hinojo.

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¿Fueron más las satisfacciones o los contratiempos en ese camino difícil del comienzo de la obra?

Hubo muchísimas más satisfacciones. Imposible mencionarlas todas, pero me quedaré con lo que ya dije: la sonrisa alegre y vivaz de Tito Emiliozzi de ver concretada esta gran obra, la recuperación de la legendaria “Galera” y en lo personal la satisfacción de haber conocido gente que me marcó en el camino de la vida buena, como el Dr. Favaloro, Juan Manuel Fangio y Luis Landriscina. Con éste último por suerte seguimos manteniendo un vínculo muy fuerte; es un gran admirador de Olavarría. Nos dio su desinteresado apoyo en la construcción del autódromo, de allí que la horquilla llevará por siempre su nombre. Los amigos que hicimos, el honor de haber conformado un grupo de dirigentes y colaboradores que le cambió la historia al automovilismo local allá a fines de los ´80 y principios de los ´90 cuando todo estaba perdido. Recordar a Lito Ippólito, mi padre en la dirigencia del AMCO; don Ricardo Lizaso, entonces con sus vitales 85 años, así como Quique Morales, Héctor Valvo, Yuyi Cajén, Juan Angel Moya, Rubén Santillán que se venía todos los días desde Crotto, Walter Gorostiaga -hoy con sus 92 jóvenes años-, que fuera delegado del AMCO ante CADAD, entre tantos otros que entendieron inmediatamente este desafío y lo apoyaron trabajando a full desde el primer día. Hubo reconocimientos institucionales y personales de todo el país, siempre llevando a Olavarría como símbolo. ¿Los contratiempos?, bienvenidos todos los sufridos, ya que nos dieron más fuerzas para seguir adelante en la mejora continua y en el logro total de los objetivos.

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“Tenemos uno de los mejores escenarios de Sudamérica”

“El AMCO es una escuela de dirigentes y debe mantenerse siempre esta escuela, para lo cual el que decide trabajar en el AMCO por favor que lea los estatutos y las actas que son valiosísimas, que conozca de automovilismo, que se informe de la riquísima y vasta historia de la institución, que se capacite en el conocimiento de la gestión de una entidad de trascendencia comunitaria. Hoy para ser dirigente no basta con las ganas, sino que hay que estudiar, estar al tanto de lo que pasa en el país y en el mundo, gestionar profesionalmente siendo amateur, estar dispuesto a darlo todo desinteresadamente. Es paradójico pero real en un deporte que cobra dinero hasta el que limpia el parabrisas del auto. Hay que intercambiar con otros dirigentes argentinos y de otros países, es decir tomarlo con seriedad…

“Para mí es una satisfacción ver que el Autódromo Sudamericano sigue creciendo. Ya mantenerlo es muy difícil en este contexto, pero los actuales dirigentes siguen haciendo obras en la medida de las posibilidades y eso es bueno, tienen que seguir muy de cerca cómo evoluciona todo, involucrarse, ser protagonistas porque a Olavarría le sobra chapa y gente capaz para organizar este desorden en el que nos metieron el ACA y demás gente que no hicieron lo que debían hacer. Eso sí, hay que mantenerse firme y no hipotecar el club accediendo a las pretensiones económicas desmedidas de algunas categorías nacionales, ya cuando tengamos un automovilismo en serio vendrán solas. Tenemos uno de los mejores escenarios de Sudamérica y el sello marca registrada de calidad que es el AMCO”.

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Automovilismo argentino, actualidad y futuro

“La situación del automovilismo nacional es delicadísima. Se ha perdido el sentido del deporte y todo se centra en lo comercial. Hay que hacer una profunda reforma, no puede ser que todo sea manejado para el solo beneficio de las asociaciones de pilotos. Urgente el Gobierno, a través de la Ley del Deporte, específicamente la Agencia Nacional del Deporte, tiene que cumplir con esta normativa y poner las cosas en orden, mas aún que desde 2019 esat derogada la Ley 24052 (año1991), que permitía que la ACTC sea juez y parte al fiscalizar las carreras de la categoría. Esto pasa porque el ACA -único depositario del poder deportivo delegado por la F.I.A. (Federación Internacional de Automovilismo)- se desentendió totalmente de todo provocando el desastre actual. No queda otra que retirarle ese poder y concederlo a un ente federal que represente a todas la provincias como lo fue, en su época, la CADAD (Confederación Argentina del Automovilismo Deportivo), por supuesto adaptado a estos tiempos, que reordene los zonales y todo tipo de competencias, con dirigentes capaces, imparciales, que conozcan de automovilismo.

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“De manera que lo ordenen de a poco porque es lamentable lo que hemos retrocedido. No se piensa en que el futuro está en los autos híbridos ya que el combustible fósil es contaminante y desaparecerá en poco tiempo, no se fomenta la inserción de los talentosos pilotos argentinos en el mundo, el público que va a las carreras es cada vez menos, a los jóvenes ni les interesa porque están durmiendo cuando terminan las carreras. Son espectáculos de pantalla y encima muchos son aburridos porque la evolución técnica no es la mejor.

¿Es un negocio para pocos, quizá?

Hay que hacer equitativo el negocio, es decir sin desconocer que es un deporte profesional, que los ingresos de sponsors, televisión, entradas etc, se repartan igualitariamente con los dueños de autódromos y las ciudades que los albergan y mantienen, que no todo vaya a las asociaciones de pilotos y demás actores. Con el agravante de que los gobiernos provinciales, principalmente, admiten ciegamente pagar contratos muy onerosos cuando vienen a tu casa a hacer su negocio y practicar este noble deporte, y en vez de pagar como resulta de toda obviedad se llevan todo. Podría nombrar miles de ejemplos de esta injusticia. Yo pienso que si hay voluntad política y se dan cuenta de que están matando al automovilismo, y con las nobles fuentes de trabajo que genera, no hay dudas de que se pueden lograr soluciones. Tenemos mucha gente capaz y honesta que puede manejar el deporte motor, ni qué hablar de los talentos en materia de pilotos y preparadores, así que hay que tener esperanzas, pero debe ser un cambio rotundo, total, un antes y un después.

¿Se podrá a hacer, o suena a utopía?

Se puede hacer. Totalmente, haciendo lo que dije antes, y que no me digan o comparen con lo que pasa en los países desarrollados. Conozco bien cómo se maneja el automovilismo en el mundo y tenemos millones de cosas que corregir y aprender, claro está, con los pies en la tierra entendiendo que estamos en un país fundido. No obstante, se incurre en el despropósito de gastar entre 10.000 y 30 000 dólares por carrera para poner un auto en línea de largada. Ya un auto de una categoría zonal cuesta mucho dinero  No podemos compararnos con Dubai o Mónaco, y ni siquiera con el automovilismo brasilero que nos lleva ventajas enormes.

 

 

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