De ajustes y ajustazos, y una CGT que quiere despertar de su largo sueño

Llama la atención algunos errores políticos, fundamentalmente los de quienes se dicen economistas. A Axel Kicillof se le cuestionaba porque tomaba medidas pero no calculaba sus efectos. Se supone que las afirmaciones científicas permiten explicar los fenómenos, en este caso económicos, pero también predecir sus consecuencias si se las aplica.

El actual gobernador se cansó de tomar medidas, pero no tenía en cuenta sus efectos en las otras variables. Del mismo modo, se conocen los efectos de la enunciación de las hipótesis sociales. Por lo tanto, si se conjetura una cosa puede ser que se transforme en una profecía que se autocumple porque se la enunció, o una predicción suicida por lo mismo.

Entonces, si el Presidente aventura que la inflación de diciembre puede ser de un 30 por ciento es posible que algo que podría ser conjetural se transforme luego en una realidad, porque la sola formulación de la hipótesis habilita a los formadores de precios a subir ese porcentaje al precio de sus productos.

Si el Presidente lo dijo, ¿por qué no lo podemos concretar nosotros?, podrían decir los grandes mayoristas.

Y en esto tuvo algo de razón la ex-vicepresidente Cristina Kirchner cuando incorporaba entre las causas de la inflación no solamente la emisión y el déficit fiscal (como cree dogmáticamente Milei), sino que ella añadía la voracidad de los formadores de precios quienes han subido precisamente los precios un 60% más de lo que resultó el índice de dichos precios al consumidor en el mismo período.

Inflación. Milei culpa al déficit fiscal pero Cristina tenía su cuota de razón.

Sólo en diciembre, los precios mayoristas treparon a un 57% contra el 25% que les llegó a los consumidores. Es decir, y más allá de los planes platita, en el tema de los precios Cristina tenía razón.

A esto hay que sumarle la profecía “autocumplidad” del Presidente, quien al decir que diciembre registraría una inflación del 30% acabó habilitando aumentos que por ahí no estaban calculados.

Es cierto que con el abuso de los planes platita de Sergio Massa se terminó alimentando un aumento del costo de vida “colosal”, como diría López Murphy. Pero Javier Milei le aportó un poquito. El perdedor de todo este juego demencial siempre es el pueblo.

Las tasas amenazantes

La CGT local ha ido armando una posición loable a partir del aumento de las tasas de servicios urbanos y del transporte público que decidió aplicar el gobierno local. Entonces, en vez de buscar recursos en las cementeras cobrándoles el 1% que deben del 4% histórico que estarían adeudando a la comunidad local, el Intendente eligió aumentarles a la gente una tasa y un servicio.

Es decir, “terminan haciendo lo mismo que Milei”.

Hoy, a la luz de estos ejemplos podría decirse que “gobernar es ajustar”. Como dijo el dirigente ceramista a nivel nacional, Miguel Vales, quien también habló sobre el malestar profundo que existe en el seno cegetista local sobre estas coincidencias “entre un gobierno local que se dice peronista y un gobierno nacional que es ultraliberal y de ultraderecha”.

Entonces si bien es verdad que les falta dinero para su gestión, también es cierto y sería más ético buscar ese dinero de los grandes poderes económicos, como son las cementeras en Olavarría y no recurrir a un aumento de tasas del 106 por ciento en valores que irían de unos 5.000 pesos a unos 15.000, según la zona.

¿Es necesario recordar una vez más que estas empresas estarían debiendo un punto de la tasa si se toma la referencia histórica del 4 por ciento?. Son ellas la que deben aportar lo que está faltando a la ciudad, tanto en sueldos como en obras.

Por lo tanto, si los municipales -y por extensión los funcionarios políticos, concejales y del Ejecutivo-, quieren un aumento salarial que los recursos para hacerlo sean sacados de las cementeras. Son dos, pero tienen todo el poder para financiar tales aumentos.

Y, dicho sea de paso, los ediles deben separar de una buena vez sus dietas de los sueldos municipales (hoy representan 4,5 veces de un salario municipal). Por lo tanto, ante cualquier paritaria aumentan las dietas legislativas y nadie se entera.

A todo esto la concejal de LLA, Celeste Arouxet, propuso reducir las dietas en un 50%, pero se quedó ahí nomás porque se trabó en el amague nada más y –lamentablemente- más allá de su buena idea, no volvió a insistir sobre su propuesta. Y su propuesta, que fue buena, sólo quedó en una mera intención.

La CGT y el ajuste

Otro dato más. Los nuevos integrantes de la CGT local (no sé si todos, pero la mayoría) hicieron un planteo muy bueno relacionado con los aumentos decretados por el DEM y también sobre la necesidad de expresarse con total libertad en todos los temas comunitarios y políticos. Aunque a nivel personal. Sin comprometer las banderas de su gremio o de la central obrera, pero expresarse sin esperar órdenes ni autorizaciones de arriba.

“La idea es poder participar de marchas, de reclamos y de manifestaciones a título personal, sin banderas de sus gremios o de la CGT cuando no se lo haya acordado, pero participar con absoluta libertad y responsabilidad” dijo Miguel Vales, quien pretende con otros dirigentes un sindicalismo con mayor autonomía y sin ese verticalismo paralizante que sólo produjo retrasos en la lucha de los trabajadores por sus derechos.

Los gremios quieren ser protagonistas.

Por ejemplo, ahora la CGT está preparando un fuerte documento fustigando primero las políticas de ajuste a nivel nacional, respaldando el paro nacional pero también le pegan algunos palitos al gobierno municipal por subir las tasas municipales y los pasajes del transporte público para obtener recursos.

Lo titularían “el Maxi ajuste” o “el Maxi aumento” porque, como dicen, “no puede ser que tomen medidas que se parecen tanto a las que está tomando Milei”. Y rematan: ¿somos peronistas o de ultraderecha liberal?. Se quejan. El documento está en la cocina y en plena elaboración para conocerse este fin de semana. “Sólo le falta un golpe más de horno”, graficó un conocido dirigente.

“Parece que gobernar es ajustar -dijo Vales y otros acompañaron la frase-, “y eso es muy triste para la gente que ya está sufriendo el ajuste de Milei”. No estamos de acuerdo con esto y “queremos un peronismo popular, sensible con la gente y con los más vulnerables, y que se diferencie claramente del liberalismo ajustador y no copie sus políticas de ajuste”, subrayaron. En el fondo son los mismos de los que hablaba el teorema de Bagilini.

Relacionado con ello, un peronismo, algunos de sus miembros ex- Federalismo y Liberación que habrían quedado ahora marginados por la grieta entre camporistas y ortodoxos de este siglo, se están moviendo y piden pista en el escenario político local.

Wesner y los votos en el HCD

Es posible que a Maxi Wesner le pese aumentar las tasas y el transporte, pero también es cierto, dicen algunos cercanos a él, que no cuenta con otra vía para lograr los recursos necesarios.

Aseguran que no se anima a presentar un proyecto de aumento del 1% en el llamado “impuesto a la piedra” porque podría suponer que no tiene hoy los votos en el Concejo Deliberante.

Por ahí estima que el gallismo y La Libertad Avanza no lo vayan a acompañar y prefiere no mandarse por ahora. Pero, de todos modos, igualmente tendría que probar y jugarse esta patriada como los concejales opositores de hace algunos años lo hicieron pese a que el intendente de entonces, José Eseverri, vetaría la ordenanza.

Todo fue al revés de lo previsto. Pese a que el bloque eseverrrista no acompañó la iniciativa, luego el jefe comunal inesperadamente acompañaría el aumento. Esta vez, si el Intendente se animara a presentar el proyecto -aunque el Concejo se lo rechace- sería la gente la que lo acompañaría y le daría al jefe comunal un consiguiente respaldo político a su iniciativa.

Maxi Wesner le aumenta a los vecinos pero no a las cementeras.

Sólo hay que animarse dirían los politólogos que creen que en el fondo, más allá del estudio contextual, sólo cuenta la decisión o el valor. Es que la gente evaluaría que el mandatario comunal había decidido que el ajuste lo hiciesen las cementeras y no los vecinos. Y la ideología está allí, en el orden de prioridades.

Todo habría sido posible. Wesner contaba con algunas fuentes de financiamiento, al menos dos: los vecinos o las cementeras. Tal vez haya elegido el camino que eligió porque lo prefería o porque le resultaba menos costoso que “molestar” a las cementeras.

Pero también es probable que el otro camino, el del HCD, le sería muy difícil, casi imposible políticamente hablando.

Sin reforma electoral

En la Nación, dentro de este marco, el Presidente va y viene con su DNU y el proyecto de Ley Omnibus. Ahora negocia con algunos moderados, entre ellos Miguel Angel Pichetto y su bloque, una actualización de los haberes previsionales con el índice mensual de la inflación y habría abandonado su postura de eliminar la actual y deplorable fórmula que viene de la gestión de Alberto-Cristina-Massa.

También se dice que Diputados le daría al Ejecutivo la potestad de definir el ajuste de los haberes jubilatorios. Pero no podría ser inferior al incremento de la canasta alimentaria relevada por el Indec. Que no se trataría por ahora las privatizaciones de YPF y Banco Nación, del que se comentó en estos días que habrían ofertado unos 25.000 millones de dólares por la institución financiera.

Entre otras idas y vueltas del Gobierno, también se habla de un lamentable abandono de la reforma electoral. Es decir, los argentinos vamos a ir con las Paso y la lista sábana hasta el día del Juicio Final.

También el pichettismo maniobra con ambos proyectos oficialistas y buscaría ser el interlocutor preferencial en sus tratamientos dentro del Congreso. Pichetto se juega a ser el interlocutor válido de un Presidente ganado por el dogmatismo y los caprichos.

Radicales y justicialistas

Para el economista de este espacio, Juan Carlos Sánchez Arnau, muy afín a los proyectos de Milei, “hay sectores que están tratando de poner dificultades por la Ley Omnibus y el DNU, y hay grupos económicos importantes que apuestan por la devaluación porque tienen bonos ligados al tipo de cambio”, acusó.

Del radicalismo dijo que está dividido en tres partes: una, la de “los picaros”, los calificó, “como Lousteau y Manes, quienes son fuertes opositores al Gobierno. Luego están los vinculados a las universidades, para hacer de ellas un lugar de empleo público, y el sector vinculado a lo territorial, caso el de los gobernadores, intendentes...”.

Le restó importancia a la cuasimoneda riojana y le pegó duro a Kicillof por la deuda que dejó la expropiación de YPF por 16.000 millones de dólares.

Este economista, ex embajador en la Federación Rusa, sostiene que si bien el radicalismo está dividido en tres partes, “el justicialismo desapareció y se podría decir que la última etapa fue la de Duhalde”.

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Por Cacho Fernández ([email protected]).

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