Ajustes para los pobres y sueldos políticos. El gasto corporativo e imperial y la tortilla de Perón

La Argentina es un país de pleno comportamiento pendular. De brutales emisiones y sus consecuentes inflaciones devienen criminales ajustes con inflaciones de la misma brutalidad. El que sufre siempre es el pueblo, si se permite denominar a ese conglomerado de gente de diferente poder adquisitivo pero con similares padecimientos.

El presidente Javier Milei cree que conserva el 56 por ciento de aprobación que tuvo en segunda vuelta, pero no sólo no mantuvo esa aprobación sino que ésta cayó a un 42 por ciento. Pongámosle al 50 por ciento, lo cual nos conduce a pensar que hoy la mitad dice que lo acompaña y la otra mitad ya lo abandonó definitivamente. (Algo parecido le pasó a Mauricio Macri en 2015).

Quien encabeza la defensa de la ley -que fue aprobada en general con 144 votos a favor contra 109 en contra- es un diputado de la experiencia y la astucia de Miguel Angel Pichetto, que expresó por una radio que el proyecto saldría “con lo más importante”, no se sabe si para el Gobierno o para el bien común. Veremos.

De una parte, el no peronismo K fracasó estrepitosamente y no se observan indicadores que conduzcan a una recuperación de esta identidad tan arraigada hoy en un 20 ó 25 por ciento de la población.

Del otro lado, Milei cree que tiene un 56 por ciento de compañía pero en realidad los propios suman un 30 por ciento. El resto es prestado o un voto por el espanto que le producía a esos votantes la perspectiva de tener otros cuatro años de gobierno de un errático kirchnerismo/massismo sin plan y sin rumbo.

Milei apela, como tantos lo hicieron, a contar con la tutela del FMI y su ajuste brutal de aumentos de tarifas, servicios, combustibles y pérdidas similares del poder adquisitivo de los salarios, que ya se venían registrando con el gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa. Entonces, ninguno de los tres encontró la receta para sacar el país adelante. Por el contrario, aportaron a su hundimiento.

Milei le pide permiso al FMI para aplicar un tarifazo.

Conclusión: no hay diferencias. Los nac&pop generaron miseria e inflación. El trío Alberto/Cristina/Sergio dejó una herencia de horrores, y Milei continúa con ese legado pero con diferente discurso. Las medidas de ajuste del nuevo Presidente le apuntan a la “casta” -él lo dijo-, pero le pegan a la gente común.

En lo local, la gestión municipal decretó un cierre de paritarias con un aumento salarial del 30 por ciento y un bono para determinadas categorías, algo que fue rechazado por el gremio que pretende aumentos diferenciados para todos aquellos que cobran apenas ¡120 mil pesos mensuales!. Indudablemente fallaron algunos cierres de paritarias anteriores para arrastrar esa falencia.

La tortilla de Perón

Entonces los argentinos estamos al horno, entre una dirigencia que se dice popular y socialmente sensible y liberales que vienen con motosierras y otros instrumentos de podas. Pero ambos con las mismas políticas antipopulares y de criminales ajustes.

Los primeros los aplicaron con “planes platita” y brutales emisiones; los segundos les prometen al FMI criminales tarifazos, algo imitados por los primeros en lo que está a su alcance como tasas municipales masivas, VTV y otros rubros que recaen sobre los más vulnerables.

La dirigencia política sólo quiere recaudar para perpetuar sus privilegios. En Olavarría, por ejemplo, por una estructura salarial consagrada mitad por ley y mitad por consenso corporativo, los funcionarios políticos del DEM y concejales van a recibir un 30 por ciento de aumento en sus dietas. Esto es, un porcentaje similar al que percibirán quienes cobran hoy apenas 120 mil pesos. ¿Injusto, no?.

El gremio continúa amenazando con un plan de lucha paralizando el Hospital Municipal, el único servicio gratuito (“Paramos dos veces el Hospital en pandemia, dos veces… ¿no lo vamos a parar ahora?”, habrían esgrimido).

Perón y su recordada frase sobre la tortilla (foto Internet).

En un país como éste, con la inflación que existe y la vulnerabilidad que padecen los trabajadores frente a ella, cualquier reclamo salarial es justo, pero ¿por qué no utilizar otra forma de reclamo que no implique tomar de rehenes a quienes dependen de ese efector público de la salud local?.

Perón solía decir que “para hacer una tortilla había que romper algunos huevos”. La frase es ingeniosa, pero lo que no tuvo en cuenta el líder del peronismo es que son muy pocos quienes disfrutarían de esa deliciosa comida pero que el costo de los huevos recaería invariablemente en la gente común, la más vulnerable.

De otro mundo

Es que un concejal (y son 20) percibe una dieta producto de multiplicar un salario municipal de determinada escala por cuatro veces y media, y hasta siete veces, lo que hoy daría como resultado cifras asombrosas. Enseguida vamos con algunos detalles locales.

Pregunto: si España e Italia redujeron sus cámaras legislativas a la mitad de sus integrantes, ¿por qué no hacer lo mismo en la Argentina?. ¿Es que tenemos más plata que esos país del Primer Mundo para mantener la misma composición que tenemos actualmente?.

El HCD es muy caro en un contexto difícil para la gente.

Otra pregunta: si el objetivo es reducir el gasto estatal, entonces ¿por qué no empezar de esta manera funcionando con la mitad del Parlamento (como decidieron esos países europeos), reducir la cantidad de ministerios, quitar una cámara en la provincia de Buenos Aires para funcionar con una sola como ocurre en Mendoza, Córdoba, Santa Fe y otras provincias?.

Otra sugerencia más: ¿por qué no achicar el Concejo Deliberante a la mitad y funcionar con 10 concejales en vez de 20 como tiene hoy?.

Cabe decir que hoy un concejal percibe 840 mil pesos netos mensuales y básicos, es decir, sin antigüedad ni otro concepto. El bruto es de un millón de pesos. Y cuánto más aumenten los salarios municipales, más subirán las dietas de los ediles porque ambos están enganchados. ¡Y son veinte!!.

Celeste Arouxet presentó un proyecto por el "tema HCD", pero fue "cajoneado".

Hace algunos años, una edil de la CC propuso terminar con ese enganche de la dieta con los sueldos municipales y gran parte del cuerpo le cayó encima. Tanto es así que “casi le piden su excomunión al Vaticano”, bromeó un dirigente político. Celeste Arouxet pide ahora reducir la dieta a la mitad, pero el proyecto duerme en algún cajón…

En tanto, un secretario del gabinete municipal percibe actualmente 1.300.000 pesos netos por mes mientras que el Intendente se lleva a su bolsillo 2.700.000 pesos mensuales. Todo esto está regulado por la Ley Orgánica Municipal (LOM), pero igualmente se podría cambiar. Porque una ley no es un fatalismo divino sino una regulación creada por consenso.

¿Y la casta, para cuándo?

Es cierto que el gasto político mayor y claramente innecesario está en la Nación y en las provincias, pero todo está vinculado. Por lo tanto, en vez de quitar subsidios y ajustarle a la gente sus gastos cotidianos ¿por qué no bajar el gasto político?.

El Presidente amenazó un millón de veces con ello, pero ahora acude al FMI para aumentarle demencialmente las tarifas de servicios a la gente común. Es decir, la corporación política se sitúa por encima de la comunidad como si fuera una nueva nobleza feudal o una casta o estamento, como lo definió alguna vez el primer mandatario.

Frecuentemente, políticos de cualquier identidad suelen desestimar el achique del gasto político alegando que “no mueve la aguja” o que “no cambia nada” o que “no es significativo”. O argumentos por el estilo.

La política ajusta a los pobres para cuidar sus sueldos.

Aún si fuera así, igual ayuda. Imaginemos si no cuántos “Chocolate” Rigau nos ahorraríamos o becarios o ñoquis de cualquier color políticos nos estaríamos ahorrando si decidimos en conjunto este achique del gasto político.

Lo mismo pasaría con otras corporaciones. En efecto, ¿no sería mejor que los gremios, en vez de construir salones de fiesta o sedes faraónicas, por ejemplo, destinaran esos fondos para ayudar a sus afiliados con el pago de los servicios, atención sanitaria o paliar los consumos de alimentos de su gente?.

A propósito, ¿cuándo van a luchar para quitar el IVA de los alimentos?.

Como el gobernador de Santiago del Estero (quien construyó un estadio de fútbol de lujo en una provincia caracterizada por la miseria y la postergación), los poderes políticos y corporativos frecuentemente optan por levantar obras faraónicas como lo hacían los imperios de la antigüedad (macedonios, persas o egipcios, por ejemplo) para dejar la marca de sus gobiernos.

Milei, Massa y los otros

Entonces, y como un cierre transitorio mientras se debate un nuevo ajuste, diremos que el desafío nacional radica en cómo salir de esta trampa entre tauras con plata ajena, castas privilegiadas, corruptos y ajustadores seriales vía inflación desenfrenada o subas tarifarias permitidas por el FMI, socialmente insensibles de cualquier color político.

Recordemos la devaluación de Massa o de Milei, por ejemplo, o el incremento demencial que prepara este gobierno en la luz y el gas con permiso del FMI para disponer de fondos que les permitan continuar con sus privilegios.

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Por Cacho Fernández ([email protected]).

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